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61. es el nuevo ‘art dining club’ más exclusivo de la capital

61. busca renovar la forma de vivir la noche madrileña, donde lo verdaderamente especial no se cuenta: se vive de puertas para adentro.

61. es el nuevo ‘art dining club’ más exclusivo de la capital

En Madrid siempre hay un lugar del que se empieza a hablar antes de que se convierta oficialmente en “el nuevo imprescindible”. Esta temporada ese nombre es 61., el proyecto más íntimo y también el más ambicioso de Grupo Mosh. Este nuevo enclave no pretende sumarse a la escena nocturna de la capital, sino redibujarla desde dentro, a su propio ritmo, con sus propias reglas. Es un espacio pensado para quienes valoran la privacidad como un lujo verdadero y entienden la nocturnidad como un gesto casi ritual.

Diseñado por Archidom Studio, 61. transita entre restaurante, club y galería viva con una naturalidad estudiada. Su estética nace de la tensión controlada entre un romanticismo veneciano reinterpretado con sombras suaves, curvas, ornamentos mínimos y un brutalismo sobrio que aporta peso y presencia. El conjunto tiene algo de escena cuidadosamente preparada, como si Madrid revelara una versión más íntima de sí misma, contenida pero profundamente refinada.

La energía que acompaña al espacio tiene algo de secreto compartido. 61. no busca convertirse en el nuevo hotspot viral; su vocación es otra: atraer a quienes saben leer la atmósfera antes que la marca, a quienes encuentran belleza en la iluminación exacta o en la textura de un material trabajado con intención. La noche dentro del espacio avanza con una cadencia casi coreográfica, donde luz, música y aroma construyen un relato sensorial coherente y difícil de imitar.

En el centro de esa experiencia está la cocina de Franco Franceschini, chef ejecutivo del grupo, que presenta aquí una propuesta de producto elevada con un discurso propio. Hay algo honesto en sus brasas, en la manera en que cada plato respeta la materia prima y la lleva hacia una sofisticación que nunca es ostentosa. Las Costillitas Angus se han convertido en uno de esos bocados que justifican hablar del lugar; el Lenguado Meunière aporta equilibrio y delicadeza; y el Flan “Abuela Nelly” cierra la experiencia.

Pero 61. es también un ejercicio de metamorfosis. Lo que empieza como un restaurante envolvente evoluciona de forma orgánica hacia un club que late en otra frecuencia. La luz se densifica, la música se vuelve más física y el espacio muta, como si hubiera esperado la hora exacta para revelar su segunda identidad. No es un “después de cenar”: es una continuidad natural de la noche dentro de un mismo universo.

El arte es parte fundamental de su ADN. Las obras, una selección dinámica que se renueva cada seis meses, se integran en el espacio con una delicadeza casi museística. El vestuario diseñado por CASONÁ y la presencia de piezas de LOEWE reafirman la atención a los detalles, mientras una colaboración especial con Nike introduce un contrapunto contemporáneo que equilibra sensibilidad y modernidad con precisión.

Este proyecto marca un antes y un después en la expansión de Grupo Mosh, que trae a Madrid esa mezcla de sofisticación marbellí, energía hedonista y sensibilidad curatorial que ha definido sus espacios más emblemáticos. Y Madrid necesitaba un lugar así: un hotspot que no se comporta como hotspot. Un sitio exclusivo que se recomienda solo a las personas adecuadas, que vive de noche pero respira arte, gastronomía y diseño a partes iguales. 61. no es un secreto, pero tampoco es público.

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