Las Antípodas son esos puntos del planeta Tierra diametralmente opuestos. Elementos que están en los lados opuestos de una esfera. El contraste más puro. Así es la instalación creada por Andrés Monnier y Pilar Zeta, que muestra la oposición entre dos mentes, mundos y universos… Dos propuestas de cuerpos de trabajo unidos por un factor común: la roca.
La afinidad de elegir las rocas para el mundo humano es el vínculo existente con las culturas antiguas. La apreciación y maleabilidad de estos elementos están presentes en la evolución humana. El ser humano es capaz de transformar la materia, de intervenir en el proceso natural de una piedra y crear toda una filosofía diferente pero… ¿Te has preguntado alguna vez cómo las rocas son capaces de transformar a los humanos?
Las piedras son sólidas y pesadas. El peso de la roca es el peso de lo que llamamos tiempo. No solo están compuestas de minerales y partículas, también poseen energía. Esconden verdades y mitos de sus texturas, formas y colores. En la naturaleza, pueden encontrarse en muchos formatos: desde texturas delicadas hasta superficies crudas y brutalistas. Exactamente el mismo contraste que existe entre la artista argentina y el escultor mexicano.
La sublime instalación de Pilar está compuesta de suaves texturas orientadas a la perfección humana: la divinidad. Un homenaje a un espacio etéreo e intangible como sus pensamientos, representados y creados sobre un mundo digital pero materializados en la roca. En las antípodas están las obras de Andrés, alusivas a la filosofía wabi-sabi, donde no hay espacio para la perfección. Orientado a las formas orgánicas, Monnier afirma que no crea nada, simplemente conecta con diferentes líneas cósmicas de conocimiento y deja que su mente y cuerpo se sincronicen para crear piezas e instalaciones con alegorías en todos los detalles.
De esta forma, Antípodas es una exposición que muestra cuerpos de obra creados con piedra. Un sentimiento nostálgico de una antigua sinergia entre humanos y rocas, al igual que la instalación Puertas de la Percepción de Pilar Zeta, basada en la idea de que nuestro subconsciente está manejado por símbolos. La artista crea su nueva instalación en la que los portales funcionan como entradas a otros niveles de percepción y transforman nuestra energía al atravesarlos. Las Puertas de la Percepción actúan como una puerta que nos permite conectar con nuestro yo superior. Una especie de portal infinito que lleva a nuevas realidades.
En las antípodas se encuentra la instalación Pyrus de Andrés Monnier. Una pirámide de roca elaborada por él mismo que hace alusión a nuestros antepasados y ala amnesia colectiva de la que todos formamos parte al olvidar de dónde venimos. Refiriéndose a los vínculos olvidados y a las raíces quemadas que tenemos con los antepasados humanos, surgen una serie de invitaciones a cuestionar la forma en que percibimos la realidad y cómo estamos dirigiendo nuestro mundo humano. Pyrus Installation nos invita a conectar con nuestra génesis, con lo primitivo y con los orígenes de nuestro mundo.
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