Entrevistamos a la intérprete, compositora y cantante de Pamplona Anne Lukin que ha desgarrado YouTube gracias a «Ni Olvidar».
Entrevista por Pablo González
Un sonido angustioso pero esperanzado, lúgubre a la vez que íntimo y consolador. La creación musical formada a partir de uno de los miedos que más atañe al ser humano: el olvido, esa marca a sangre fría incrustada en la mente y alma. Anne, mediante “Ni olvidar” nos invita a un paseo en barca, durante el cual si miramos en la profundidad podremos ver reflejadas unas luces de neón; en cuyo estatismo predomina un ritmo de emoción y añoranza que parece sacado directamente del imaginario de Cliff Martínez en la película “Drive”.
Highxtar (H) – Contrariamente al panorama musical actual, donde la intimidad no es más que un sueño para los ya afianzados artistas, y dado que no es la primera vez que se habla de “su álbum más íntimo de blablablá…” ¿Qué te ha impulsado a crear una pieza tan profundamente tuya? Ya que te has arriesgado no solo a no llegar al “mainstream” de plataformas como YouTube… Si no incluso, que la gente pueda llegar a banalizar tu trabajo por el mero hecho de no conocer tu obra y entender tu perspectiva.
Anne Lukin (A) – La verdad es que no hice esta canción pensando en lo mainstream ni en YouTube, ni en lo que la gente pudiera o no banalizar. En el momento en el que sentarme a hacer canciones suponga pensar en todo eso dejaré de hacerlas. Cuando compongo lo hago para mí. De una forma totalmente egoísta. Luego es cuando juego a sacarlas fuera de mi habitación y cuando empieza todo el show. Pero la raíz de esto siempre será hacer canciones que me gusten a mí. Y probablemente eso haga que todo sea mucho más difícil de lo que ya es, pero es que si no perdería el sentido.
(H) – Como dices hablas para ti, sin pensar en los demás y con ello mencionas la idea del olvido, haces alusión también la añoranza; ese hueco que dejan las personas que se han ido y que dan paso a la memoria para luego quedarse en vacío ¿Es el tiempo un agente patógeno, por así decirlo, el cual provoca la enfermedad del olvido? O simplemente ¿el tiempo actúa pasivamente y es el propio ser humano el que tiene la necesidad de olvidar?
(A) – ¿Ambas? Creo que el tiempo hace más fácil el olvido. Es como si lo envolviese todo con muchas capas de papel film y dejase entrever sólo una parte, la que más nos marcó o la que preferimos recordar. Pero también creo que el tiempo sólo es tiempo. No cura nada ni borra nada. Eso sólo está en nuestra mano.
(H) – Muchas veces y como dices en subtexto, tendemos a idealizar formas pasadas de las personas; la añoranza del pasado como tal es la manera de idealización más primitiva del ser humano, no hay nada más bonito que el pasado, la juventud… En fin, la libertad de no estar aferrado nada más que al presente. ¿Crees que tras el cambio y la distancia sigue existiendo ese hueco que tal persona te tenía guardado, como por ejemplo del paso de la niñez a la madurez?
(A) – Quiero creer que sí. Las personas que han significado algo en mi vida siguen y seguirán significándolo. Pasará el tiempo y probablemente mi manera de recordarlas cambie, pero ese hueco seguirá teniendo su nombre.
(H) – Hay huecos que se forjan en fantásticas fraguas epopéyicas y otros, en cambio, que no llegan a la temperatura necesaria. Familiares, amigos, uno mismo… Nos podemos ver reflejados en ellos y como tal, debemos marcar a fuego lento nuestra forma en las personas ¿Crees que has encontrado ese hueco que debes llenar en el mundo y por ello tienes la necesidad de contribuir, hablando de una forma un poco “filantrópica” a la sociedad a través de tu música?
(A) – Creo que tener el poder de hablar a la sociedad a través de la música es un privilegio muy grande. Creo que es algo muy poderoso y creo que muchas veces se me olvida. Porque para mí hacer canciones siempre ha sido una manera de curarme, mentiría si dijese que estoy impulsada por otra cosa que no sea el egoísmo de intentar salvarme a mí misma.
No sé si hay un hueco ni si tengo que llenarlo, pero mientras pueda seguiré haciendo canciones para no volverme loca. Y ojalá la gente quiera escucharlas. Porque también es lo que hace que todo esto tenga sentido, que haya quien quiera cantar contigo. Eso hace a este mundo mucho más soportable siempre.
(H) – Humanizar una canción o un folio en blanco es una necesidad comunicacional básica; a la gente le gusta verse reflejado en lo que leen. Ya que, si no, la gran mayoría olvidará el texto como olvida cualquier noticiario del mediodía, donde habita la información, pero no lo humano… Por esto me gustaría y nos gustaría saber ¿de dónde y cómo ha nacido esta canción? ¿Qué ha provocado este cambio de estilo?
(A) – Probé a componer de una manera diferente a como lo suelo hacer. Escribí un bruto sobre el olvido (porque es un tema que siempre me ha dado miedo e intriga a partes iguales), vomité todo lo que se me ocurría sobre él y en vez de coger la guitarra para empezar a ponerle música a todo aquello, empecé a cacharrear con el garage band. Componer directamente sobre máquinas es muy divertido, pero también mucho más complejo. Así que le pedí ayuda a Víctor Valiente, mi guitarrista y amigo, y juntos empezamos a explorar.
La verdad es que nos costó un poco encontrar la fórmula, tuvimos que pelearnos con la canción. Yo tenía las ideas muy claras y unas referencias muy marcadas y eso me permitió imaginarme la producción más allá de lo que suelo atreverme. Pero claro también hacía más difícil llegar al punto exacto que buscaba. A la hora de producirla con Ricky Falkner y Marti Perarnau nos pasó un poco parecido, pero al final conseguimos llegar al sitio que queríamos. Estoy muy contenta con el resultado final.
Aunque he de decir que para mí fue bastante nuevo esto de tener que ‘pelearme’ con una canción. Normalmente me suelen salir de una manera mucho más rápida y menos pensada. Hubo momentos en los que me planteé si el hecho de que tuviésemos que darle tantas vueltas hacía que la canción fuese menos pura. O que realmente no llevase a ningún sitio, que también puede pasar. Como si el tiempo empleado en una canción decidiese si es buena o mala. Por eso hacerla ha sido un aprendizaje tan heavy para mí. Cada canción es diferente, intentar teorizar sobre ellas es absurdo. Y puede haber magia también en algo mucho más estudiado o sintético. Por lo menos eso es lo que he sacado en claro en este proceso.
En cuanto al cambio de estilo, es algo sobre lo que llevo investigando desde ‘Ay pequeña’. Me apetece indagar en la electrónica, en esa parte más oscura de mí misma, escribir letras sobre cosas que me dan miedo, jugar a salirme de lo que me es más cómodo. No significa que vaya a dejar de lado la guitarra, todavía tengo ganas de hacer canciones con ella. Pero me gustaría que mi música fuese un reflejo siempre de lo que voy aprendiendo y descubriendo y sobre lo que tengo curiosidad. Y ahora mismo esto es lo que me apetece probar.
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