Cuming lanzó su marca homónima en 2019 con una propuesta de moda masculina atípica que huye de la tradición -tanto de sastrería como de pensamiento- en favor de una práctica basada en la observación y la exploración de lo sensorial.
El diseñador emergente experimenta con la confección, la silueta lánguida y el uso audaz del color sustentados en el deseo de plasmar en una forma física lo efímero: esos momentos o sensaciones fugaces que en principio pueden parecer insustanciales, pero que cuando se analizan más a fondo revelan momentos de tranquila trascendencia en medio de lo banal. Una narrativa que continúa ahora escribiendo a partir de su propuesta para SS24 rodada en el interior de una casa abandonada, en la que sigue a una joven pareja que traza esas experiencias novedosas.
El lookbook, capturado por la fotógrafa española Cristina Stolhe, sigue toda esa historia, tanto en planos generales como detalle, a través de secuencias en las que revela esos momentos transformadores de la vida que aparecen y desaparecen constantemente.
La colección abraza las ‘imperfecciones comunes‘ con estilismos vibrantes dominados por los motivos del efecto Y2K a partir de trajes de sastre de raya diplomática, vaqueros de talle bajo, sets de punto con adornos rojos de volantes o camisas de satén. Las chaquetas híbridas M65 aportan la esencia utilitaria a la gama, combinadas con faldas acuchilladas y conjuntos florales vaporosos.
Dentro de la línea masculina, los blazers y los pantalones cortos con ribetes verde azulado se convierten en el perfecto uniforme colegial, coexistiendo en un mismo imaginario con vaqueros acampanados combinados con faldas vaqueras y adornos de cuerdas. Las prendas de punto acaban de aportarle un brillo adicional a la colección.
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