Desde la llegada de Matthew Williams a Givenchy en 2020, la Maison abandonó la línea Haute Couture y se concentró en el «Prêt-à-Porter». Sin embargo, para la colección SS24 presentada en École Militaire, Williams volvió a los códigos históricos de la firma.
La historia de Givenchy nos remonta en 1952 cuando el diseñador de moda francés Hubert Givenchy fundó la icónica casa, quien la definió como símbolo de la elegancia y el lujo en el mundo de la moda. Tras la llegada de Matthew M. Williams a la dirección creativa de la firma en 2020, una nueva era empezó para Givenchy. Atrás quedaron los vestidos elegantes que tanto le gustaban a Audrey Hepburn, para dar la bienvenida a ese lujo silencioso que tanto caracteriza a Matthew.
Para la temporada SS24, el director creativo rebuscó entre los archivos de la casa para volver a reimaginar los icónicos trajes y vestidos que cimentaron las bases del Givenchy de Hubert. Matthew M. Williams ofreció una visión romántica de la firma a base de elegante sastrería y motivos florales. Un aire inédito hasta la fecha, pues la casa en manos del diseñador se había decantado por el uso de aplicaciones metálicas de aires industriales y tratamientos con materiales duros.
«La nueva elegancia» como lo llama él, es el nuevo Givenchy romantizado. «Puede que os sorprenda, pero en realidad es algo que muy natural en mí. Dedico gran parte de mi tiempo libre a la jardinería. Me apasionan las flores. Es mi mayor afición. Si extraemos los denominadores comunes de la elegancia, la flor es ineludible. Me pareció interesante desarrollar un lenguaje floral que reflejara tanto los archivos de la maison como mi persona».
Williams recurrió a los archivos florales de Hubert de Givenchy, otro jardinero entusiasta, y los reelaboró y adaptó en forma de motivos pintados a mano y bordados sobre los vestidos, estampados como de porcelana en finísimos tejidos y accesorios. Las flores aportaron una sensación de ligereza y optimismo a la oscura y austera sofisticación que define el armario de Williams en Givenchy y dieron testimonio de la continua evolución creativa del diseñador.
Los trajes de falda tomaron un giro contemporáneo; los volantes de encaje sobresalían de los escotes de los vestidos, las fajas envolvían el busto y los vestidos y faldas estaban intervenidas con perlas, cristal y vidrio. Estos elementos dialogaban con piezas más realistas que sentaban las bases de la colección. Fue más que evidente que la sastrería fue protagonista, tanto en siluetas afiladas y escultóricas como en chaquetas de doble botonadura, suaves y oversize. Asimismo, los abrigos llegaron en los colores de las flores.
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