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El instinto como manifiesto: Prada FW25 revoluciona Milan Fashion Week

A través de Unbroken Instincts, nos adentrarnos en lo más profundo, lo instintivo y, a su vez, lo más sofisticado de nuestra naturaleza.

El instinto como manifiesto: Prada FW25 revoluciona Milan Fashion Week

La moda siempre ha sido un reflejo de la psique humana, un espejo de nuestros deseos, traumas, pasiones y temores. Pero en su última propuesta para la temporada FW25, Miuccia Prada y Raf Simons no se conforman con simplemente plasmar la superficie de la existencia. A través de Unbroken Instincts, nos invitan a adentrarnos en lo más profundo, a enfrentar lo primitivo, lo instintivo, lo más esencial y, a su vez, más sofisticado de nuestra naturaleza. La colección es un viaje sin retorno hacia lo más visceral de lo humano, una oda a la emoción que surge sin premeditación, a la creación que brota sin filtros, al deseo que arde sin necesidad de justificación.

En esta reinterpretación radical de lo que significa «lujo», Unbroken Instincts abandona cualquier tipo de razón o lógica estructural para abrazar la espontaneidad como vehículo de belleza. Si la moda suele ser un reflejo de las decisiones conscientes, aquí se le da la vuelta a esa narrativa: la ropa no responde a una elección calculada, sino a un impulso, a un latido primitivo que escapa de la racionalidad. La colección está impregnada de esa idea de «romántico salvaje», en la que la pasión se convierte en el motor de todo. No se trata solo de un sentimiento profundo; es el regreso a una forma más pura de conexión, la búsqueda de la autenticidad que se encuentra en lo impensado, en lo inesperado.

Cada pieza tiene la capacidad de hablar por sí misma, de representar esa urgencia de vivir en el instante. El shearling, por ejemplo, deja de ser un simple material de abrigo para convertirse en una capa de seguridad y sensualidad. La suavidad del tejido, tanto por fuera como por dentro, evoca esa necesidad humana de protección, de refugio, mientras que las prendas de punto se adornan con símbolos metálicos, amuletos sin un significado concreto, pero cargados de un poder ancestral, como si nos ofrecieran una suerte de salvación no racionalizada.

El desfile, concebido por el estudio de arquitectura AMO, no es solo una puesta en escena, sino una instalación en sí misma, una obra que desafía nuestra percepción del espacio. En el interior del Deposito de la Fundación Prada, la frialdad del metal industrial se encuentra con la suavidad táctil de la alfombra diseñada por Catherine Martin, creando una atmósfera contradictoria pero profundamente estimulante. La iluminación cambia y se desplaza, como si el ambiente mismo respirara, evocando momentos de tensión y cercanía, sugiriendo una intimidad casi clandestina, como si el espectador fuera testigo de algo más que un desfile: de un ritual, de una manifestación visceral de los deseos más primarios.

Unbroken Instincts no es solo una colección, es un manifiesto que nos invita a abandonarnos a lo desconocido, a lo incontrolable, a lo irracional. En un mundo que constantemente nos empuja a racionalizar, a medir, a planificar, Prada nos recuerda que hay belleza en lo espontáneo, en lo no dicho, en lo que surge sin previo aviso. La colección es un tributo a la capacidad humana de crear, de desear, de vivir, sin las cadenas de la razón. Es una invitación a volver a la raíz, a conectarnos con lo salvaje y lo verdadero, a una forma de elegancia que no está sujeta a normas, sino a impulsos. Porque al final, en el instinto, es donde realmente reside la sofisticación más pura.

Entre los invitados se encontraban, entre otros, Pierre de Maere, Harris Dickinson, William Gao, Theaster Gates, Luca Guadagnino, Kelvin Harrison Jr., Damson Idris, Soohyun Kim, Saint Levant, Ma Long, Mahmood, Nicolas Maupas, Win Metawin Opas-iamkajorn, Louis Partridge, Keith Powers, Joseph Quinn, Kentaro Sakaguchi, Sana, Troye Sivan, Sebastian Stan, Kim Taeri y Li Xian. Todos ellos pudieron sentir que Unbroken Instincts es un manifiesto visual de lo que significa, en su forma más cruda, lo humano: el deseo, la emoción, la necesidad de protegernos y de ser vistos, no a través de las convenciones, sino en nuestra forma más primitiva. Y eso, al fin y al cabo, es lo que nos hace verdaderamente humanos.

Guía HIGHXTAR | Dónde comer en Milán durante Fashion Week.

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