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Schiaparelli SS25: cuando la mitología griega eleva la Alta Costura

La colección fue un canto a la perfección en su forma más pura, un homenaje a la tradición y, al mismo tiempo, una afirmación de la modernidad.

Schiaparelli SS25: cuando la mitología griega eleva la Alta Costura

La Alta Costura, en su sentido más puro, es una búsqueda incansable por lo sublime, un viaje hacia la perfección técnica y estética que trasciende el tiempo y el espacio. En la presentación de la colección SS25 de Schiaparelli, bajo la dirección de Daniel Roseberry, este concepto se elevó a una dimensión casi mítica, un viaje cósmico en el que la historia de la moda se reinterpreta, se reinventa y se proyecta hacia un futuro eterno. Titulada Icarus, la colección no solo evocó la figura mitológica del joven que desafió al sol, sino que, a través de sus siluetas y su meticulosa artesanía, desbordó la imaginación y la perfección, como si de una obra de arte renacentista se tratara.

El legado de lo antiguo

Desde el inicio de su proceso creativo, Roseberry se vio atraído por las texturas y tonalidades de épocas pasadas, en un gesto de veneración por el patrimonio textil europeo. Su búsqueda comenzó en un rincón olvidado de Lyon, entre carretes de cintas de las décadas de 1920 y 1930, cuya existencia había sido interrumpida por la devastadora sombra de la Segunda Guerra Mundial. Estos relicarios de color —mantequilla, azafrán, verde pavo real, y un profundo marrón tostado— fueron la paleta sobre la que Roseberry construyó su narrativa visual. Pero más allá de una simple evocación nostálgica, el diseñador quiso ir más allá: «Crear algo que se sienta nuevo porque es viejo», expresó, desafiando la noción contemporánea de que la modernidad debe estar asociada únicamente a la simplicidad.

La grandeza del pasado en la modernidad

La colección no solo es un tributo a los grandes maestros de la moda, sino una relectura de sus ideales, una fusión entre la tradición y la audacia del futuro. Roseberry se sumergió en las obras de figuras emblemáticas como Madame Grès, Charles Frederick Worth, Paul Poiret, Yves Saint Laurent y Azzedine Alaïa, pero en lugar de reproducir sus siluetas, el diseñador las reinterpretó con una visión personal y contemporánea. La serpenteante elegancia de los años 20 y 30, conocida por su movimiento líquido y orgánico, se materializó en delicados georgettes de seda, bordados con cuentas japonesas, mientras que corsés de inusitada sofisticación —moldados en hojas de cadera de líneas vertiginosamente afiladas— fusionaron la modernidad con la referencia histórica.

Al mismo tiempo, la colección llevó al espectador a una revisión del estilo Schiaparelli de antaño: los hombros severos, tan característicos de los primeros diseños de la casa, fueron transformados, alargados y suavizados en chaquetas de impecable corte, que se combinaban con faldas de columna hasta el suelo, al estilo de los años 90. Este juego de referencias cruzadas no era mera nostalgia, sino una búsqueda por conectar el pasado con un presente que, más que seguirlo, lo reconfigura.

La técnica como perfección

La Alta Costura no es solo una cuestión de formas, sino de técnica. Y en este sentido, la colección SS25 de Schiaparelli desbordó un virtuosismo que solo puede encontrarse en los talleres más exclusivos. Roseberry y su equipo trabajaron sin descanso, elevando la confección a un nivel de perfección que roza lo sublime. Las capas de lana y algodón que recubrían corsés de toile, la utilización del satén de seda elástico para crear una estructura perfecta, y la experimentación con materiales como el Ultrasuede bordado con hilos de seda, hicieron de cada pieza una obra de arte.

Las plumas, tratadas con glicerina y luego cepilladas con queratina para conseguir una textura inusitada, evocaron la fascinación de las estrellas de cine de los años 30, mientras que los accesorios, como los zapatos y bolsos, fueron concebidos como petits bijoux, piezas de lujo exquisitas, bordadas con técnicas que iban desde los cordones Matador hasta las rosetas de resina. Cada uno de estos detalles reflejaba no solo una destreza técnica sin igual, sino también una devoción casi religiosa hacia la perfección.

Icarus: La búsqueda de lo inalcanzable

El título de la colección, Icarus, es un reflejo de la naturaleza misma de la Alta Costura: una aspiración por alcanzar lo inalcanzable, por volar tan alto como lo permita el sol. En palabras de Roseberry: “La Alta Costura es por definición una búsqueda de la perfección. Cada temporada se siente como una lucha quijotesca, una escalada hacia un nivel siempre más alto de ejecución y visión». Y así, como el mito de Icarus, la colección no solo mira hacia las alturas, sino que desafía los límites del diseño, buscando siempre más, siempre mejor, más allá de lo posible.

Para Daniel Roseberry, dirigir una de las maisons más emblemáticas de la historia de la moda no es solo un honor, sino también una responsabilidad monumental. La resurrección de Schiaparelli, una casa cuyo nombre se asocia con el surrealismo de Elsa Schiaparelli, es una tarea que va más allá de la simple creación de prendas. Es una misión de preservar un legado mientras se proyecta hacia el futuro, en una búsqueda constante de trascender los límites del arte y la estética. Y lo hace con una certeza: la alta costura promete escapar de la complicada realidad, y lo logra.

Así fue la presentación de Schiaparelli Haute Couture SS24 de Daniel Roseberry en la Semana de la Alta Costura de París.

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