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Ankle Monitor: El accesorio ‘tech’ que vuelve esta temporada

Un objeto que, en su evolución, se ha despojado de su carga punitiva para convertirse en un manifiesto de la era de la wearable tech.

Ankle Monitor: El accesorio ‘tech’ que vuelve esta temporada

En 2025, pocos habrían anticipado que uno de los elementos más insólitos en el horizonte de las tendencias sería el uso de un monitor en el tobillo. Un accesorio que, más allá de evocar imágenes de confinamiento o control judicial, está tomando una nueva forma en el universo de la tecnología portátil. La figura tradicional del Apple Watch, el dispositivo que ha liderado el segmento de la tecnología wearable y el monitoreo de la salud, se está trasladando de la muñeca al tobillo, adoptando una función cada vez más precisa: el análisis de la actividad física y la medición de calorías quemadas. Esta nueva ubicación no solo es un cambio estético, sino también una manifestación de cómo los dispositivos de seguimiento del cuerpo se están convirtiendo en piezas clave de la moda y la funcionalidad.

La semilla de esta nueva tendencia se sembró gracias a las gurús del fitness Ana Espinal y Kristen Hollingshaus, quienes, a través de sus entrenamientos documentados en TikTok, mostraron cómo llevar el Apple Watch en el tobillo no solo resultaba en una medición más precisa de la actividad física, sino que además ofrecía una nueva perspectiva sobre cómo interactuar con la tecnología de monitoreo. Su propuesta fue rápidamente adoptada por una nueva generación, en particular por madres que, al hacer sus caminatas, querían mantener las manos libres. Lo que parecía una casualidad o una adaptación funcional se convirtió en un fenómeno de masas. De repente, un objeto previamente asociado a la muñeca, símbolo de eficiencia y de control sobre la vida cotidiana, se transformaba en una extensión del cuerpo.

En la cultura pop, el monitor de tobillo se ha asociado a la figura de Lindsay Lohan, quien, en 2007, se vio obligada a llevar un SCRAM (Secure Continuous Remote Alcohol Monitor) debido a sus problemas legales. Un objeto marcado por la condena, el arresto y la vigilancia, que, en la sociedad de la época, se convirtió en un símbolo de escándalo y restricción. Sin embargo, lejos de ser solo un recordatorio de la desobediencia social, la figura de Lohan lo transformó en una suerte de objeto de deseo de la alta costura: el mismo accesorio que la vincularía a la cárcel fue, irónicamente, embellecido por la intervención del propio Karl Lagerfeld para Chanel, quien, en 2008, diseñó un SCRAM decorado con brillantes y modificado para convertirse en un objeto de lujo. No es solo un detalle anecdótico; es un ejemplo de cómo la moda, incluso en sus formas más oscuras, puede reivindicar lo «prohibido» y convertirlo en un accesorio codiciado.

No obstante, la cultura contemporánea ha abierto nuevas sendas. El monitor de tobillo ya no está vinculado exclusivamente a la transgresión, sino que se reinventa como una pieza tecnológica de precisión. Mientras figuras como Anna Delvey, la famosa estafadora convertida en estrella de Netflix, continuaron explotando la estética del monitor de tobillo en sus intervenciones públicas, la tendencia se alejaba de los márgenes del escándalo para trasladarse al centro de la moda. Las marcas de lujo como Fendi y Gucci han explorado esta fusión de tecnología y estilo, llevando la estética del accesorio delictivo a pasarelas y editoriales de moda. El legado del monitor de tobillo se está redefiniendo, y marcas como Evade House, la firma española emergente, se han sumado a este movimiento con sus propios diseños.

Al mismo tiempo, el mercado está cambiando: aunque Apple ha enfatizado que sus dispositivos están calibrados para ser usados en la muñeca, la proliferación de estos accesorios en el tobillo muestra cómo los límites de la tecnología y la moda se diluyen. El uso del Apple Watch en el tobillo, aunque aún debatido en términos de su efectividad y calibración, abre un abanico de posibilidades para la personalización y la adaptación del dispositivo. Aquí, la moda no es solo una cuestión de estética, sino una manifestación de control personal y de autoobservación: un acto de reconfiguración del cuerpo a través de la tecnología, de redefinir los parámetros de lo que significa monitorear y cuidar de uno mismo.

Si alguna vez te encuentras en el gimnasio con alguien que lleva un monitor de tobillo, no te dejes llevar por las primeras impresiones. No está en arresto domiciliario, sino participando en una tendencia que ha trascendido sus orígenes de control y restricción para convertirse en una declaración de estilo. Esta reinvención del monitor de tobillo es un testimonio del poder transformador de la moda: un objeto que, en su evolución, se ha despojado de su carga punitiva para convertirse en una pieza de lujo, en un símbolo de control personal y, sobre todo, en un manifiesto de la era de la wearable tech.

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