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¿Están los polvos energéticos en la frontera de lo legal y lo ilegal?

Estos suplementos compuestos por taurina, cafeína y creatina se consumen de forma muy similar a la cocaína, pero sin los efectos ilegales.

¿Están los polvos energéticos en la frontera de lo legal y lo ilegal?

El gesto es automático, casi ritual: inhalar. Un polvo blanco que podría confundirse con la cocaína, pero que en realidad es algo mucho más insidioso, porque al no ser ilegal, abre una puerta que nos obliga a cuestionar los límites entre lo que es aceptable y lo que, aunque legal, resulta potencialmente peligroso. Estamos hablando de los polvos energizantes que arrasan en Europa bajo nombres como Wiesn Koks o Sniffy.

Estos suplementos dietéticos, compuestos por taurina, cafeína, creatina, aminoácidos y maltodextrina, se consumen de manera nasal, de forma muy similar al consumo de cocaína, pero sin los efectos ilegales. En apariencia, lo que se ofrece es una descarga energética efímera, pero detrás de esta sensación se ocultan preguntas inquietantes sobre el deseo contemporáneo de experimentar constantemente con nuestro cuerpo y nuestra mente.

Wiesn Koks, por ejemplo, tiene sus raíces en la tradición bávara, particularmente en el Oktoberfest, donde el tabaco se ha mezclado con esta “cocaína bávara” desde hace décadas. Sin embargo, lejos de ser una simple curiosidad cultural, el fenómeno ha trascendido, convirtiéndose en un símbolo de la búsqueda de sensaciones extremas en entornos festivos. La historia de su auge, a menudo asociada con el consumo desmedido de alcohol y otras sustancias, señala cómo el deseo de una experiencia más intensa puede tomar la forma de un polvo que se inhala, legal, accesible y socialmente aceptado en ciertos círculos. La mezcla de azúcar, mentol y estimulantes no es una novedad en la tradición de la región, pero la forma en que ha ganado popularidad en el contexto global de festivales y eventos masivos sí lo es.

Por otro lado, Sniffy, el polvo energizante producido en Marsella, ha logrado captar la atención principalmente de una juventud en busca de un estímulo instantáneo. Su propuesta es clara: un impulso de energía rápido y breve, pero que llega con el atractivo de sabores exóticos y un perfil completamente legal. Sin embargo, la advertencia del Instituto Mario Negri no debe tomarse a la ligera: estos productos, aunque legales, pueden ser una puerta de entrada a conductas más peligrosas. El gesto de inhalar, tan común en los ambientes sociales donde se consume este polvo, puede convertirse en un paso sutil hacia el consumo de sustancias ilegales.

El polvo y el mundo que lo consume

Los datos proporcionados por la Agencia de Medicamentos de la Unión Europea (EUDA) son claros: el consumo de narcóticos en Europa está en aumento, y la cocaína sigue siendo la sustancia más incautada en los puertos de la UE. En 2022, las autoridades registraron 323 toneladas de cocaína, un incremento alarmante frente a las 303 toneladas del año anterior. ¿Qué está sucediendo detrás de estos números? ¿Por qué, en un continente donde el consumo de drogas se ha gestionado desde enfoques progresistas, seguimos viendo un incremento en el uso de sustancias tan destructivas?

En países como Portugal, donde se despenalizó la posesión para uso personal en 2001, la tasa de sobredosis ha alcanzado niveles alarmantes, con un aumento significativo en las muertes relacionadas con las drogas en la última década. Las aguas residuales de Lisboa revelan que los niveles de cocaína y ketamina están entre los más altos de Europa, lo que señala una contradicción compleja en el modelo de despenalización: el hecho de que las sanciones penales se hayan abolido no ha logrado frenar el aumento de consumo y las consecuencias sociales que ello conlleva. La pregunta sobre el impacto de estas sustancias sobre la psique colectiva se hace más urgente que nunca.

La fragilidad del límite

Lo que en un principio parecía ser una moda inofensiva, un simple polvo que se inhala en un entorno festivo, revela una verdad incómoda: las fronteras entre lo legal y lo peligroso son cada vez más difusas. El consumo de Wiesn Koks o Sniffy no solo se trata de una tendencia pasajera, sino que es un síntoma de una generación que busca en cada gesto, en cada sustancia, una forma de evasión, de liberación instantánea, de conexión con un mundo que exige más, siempre más. Sin embargo, detrás de esta promesa de energía, hay un precio oculto que es necesario explorar.

La interacción de estos polvos con el cuerpo y la mente es una metáfora perfecta de nuestra era: vivimos en un tiempo donde todo parece al alcance de la mano, donde la inmediatez de la gratificación se convierte en un imperativo cultural. Pero esa rapidez, esa necesidad de ser estimulados constantemente, podría estar llevando a muchos por un camino más oscuro del que quizás no sean plenamente conscientes.

¿Una solución o un desafío mayor?

Mientras las autoridades toman medidas, como lo demuestra la creación de Eurojust y su red judicial europea contra la delincuencia organizada, el desafío de abordar este fenómeno de forma efectiva sigue siendo vasto. La legalidad de estos productos no los hace inocuos. De hecho, el riesgo reside precisamente en esa línea tenue entre lo permitido y lo peligroso: el hecho de que estas sustancias puedan ser adquiridas libremente crea una falsa sensación de seguridad, cuando en realidad los riesgos a nivel psicológico y social podrían ser aún más profundos de lo que se imagina.

La cultura de la gratificación inmediata, del consumo rápido y de los efectos fugaces, se encuentra en la encrucijada de una reflexión profunda sobre el futuro. Los gestos que realizamos hoy, las decisiones que tomamos en un entorno de fiesta o de relajación, pueden estar cimentando las bases de un ciclo mucho más destructivo y difícil de romper. En este polvo efímero, lo que realmente estamos inhalando es nuestra capacidad de pensar a largo plazo, de reflexionar sobre lo que realmente importa.

La rapera ha relatado el incidente en sus redes sociales, en las que niega que la marihuana fuera suya.

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