Louis Vuitton continúa evolucionando su servicio de personalización.
Lo que comenzó como una necesidad funcional para distinguir el equipaje en las travesías de principios del siglo XX, se ha convertido hoy en todo un símbolo de status, una forma íntima de llevar la identidad sobre el hombro. Desde que el célebre couturier Paul Poiret estampó su nombre en el baúl de viaje Louis Vuitton en 1911, la personalización ha sido parte esencial de la Casa.
Ya en los años 20, LV ofrecía a sus clientes la posibilidad de crear su propio monograma, transformando cada pieza en un lienzo personal. Esa historia, tejida a través de décadas y de infinitas travesías, se materializa ahora en una nueva fase del servicio Mon Monogram: más versátil, más expresiva, y más consciente del lujo como forma de individualidad.
Bajo la premisa de que cada viaje comienza como un papel en blanco, Mon Monogram ofrece un sistema de personalización que permite intervenir desde los icónicos bolsos de viaje Keepall y el Horizon, hasta las mochilas Christopher o los accesorios Pochette Toilette Monogram. La propuesta se extiende con los clásicos Monogram Canvas y Monogram Eclipse.
Los clientes podrán escoger entre una cuidada y contemporánea paleta de colores, rayas en diferentes combinaciones, tipografías personalizadas e incluso parches inspirados en el Art Nouveau y la Belle Époque.
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