Este verano, la mujer Blumarine no camina… flota. Recién salida del océano y con el cuerpo aún marcado por las olas, se desliza entre telas líquidas, transparencias provocadoras y un imaginario que mezcla fantasía marina con una nostalgia Y2K bien calibrada. Es una ninfa urbana, hedonista, sin miedo al calor ni al drama.
La colección Spring/Summer 2025 bebe directamente del poder del agua. Chiffon, georgette y voile se convierten en una segunda piel vaporosa, casi flotante. Blusas asimétricas con pañuelos infinitos, vestidos plisados a mano que apenas rozan el muslo, y slip dresses que parecen seguir empapados de mar, salpicados de lentejuelas líquidas y flecos de cristal.
Las flores —como si se derritieran bajo el sol de agosto— aparecen estratégicamente aplicadas en escotes o diluidas en prints etéreos. El animal print no desaparece, pero muta: el leopardo se suaviza en shorts mini y camisones fluidos. Todo se siente húmedo, ondulante, vivo.
Los tonos: blanco nuclear, azul piscina, amarillo ácido y metalizados duchesse que reflejan el sol como si fueran superficie marina. El cuero craquelado recuerda paisajes abrasados por el sol, un guiño crudo frente a la ligereza hipersensual de las siluetas.
Los pantalones ceñidos se cruzan de arriba abajo con cordones, acompañados por tops translúcidos y flecos que dejan poco (o nada) a la imaginación. En los detalles, el lujo se derrite: rosas metálicas en forma de bijou y sandalias high-heel que serpentean la pierna, con cristales que simulan gotas de sudor brillante.
Blumarine SS25 no propone, provoca. No se esconde, deslumbra. Es una oda al deseo, al verano, al cuerpo.
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