El verano ha comenzado oficialmente en la costa este americana, al menos en la imaginación de Thom Browne. Para su Summer Edit 2025, el diseñador neoyorquino desata una fantasía prep americana pasada por su filtro inconfundible: el tailoring deconstruido. Pero su obsesión huele más a campus de élite que a chiringuito en la costa.
La campaña, fotografiada por Kito Muñoz, recuerda a esos veranos de película que nadie vivió pero todos idealizan. Gente guapa, postura rara. ¿Miradas que no buscan likes? Es Los Hamptons meets un domingo eterno en algún internado: siluetas marcadas, rayas universitarias y tejidos como el lino, seersucker, popelín, o el tweed de verano.
En la colección todo parece sacado de un club náutico en 1963, pero reeditado para alguien que escucha Arca mientras plancha sus calcetines: polos de punto con fit quirúrgico, trajes en denim blanco con 4-bar, vestidos camiseros que parecen robados del vestuario de una peli de Wes Anderson, pero con la precisión de un cirujano del patrón. Hay algo en estos looks que funciona tanto para una boda absurda en la Toscana como para una cena en el Upper East Side donde, por mucho que cueste creerlo, nadie sonríe.
Los accesorios hacen lo suyo: el nuevo soft Mr. Thom en cuero marrón es la versión relajada del clásico bolso del diseñador, con toda la energía del «no estoy intentando impresionar, pero lo hago igual». Lo mismo pasa con las heritage sneakers y los varsity loafers que rematan los looks. ¿Y las gafas? De titanio y acetato. Lentes humo, crema, azul transparente. Para mirar sin que te lean.
Esta es la versión del verano de Thom Browne: para quien no se quita la americana ni con 35 grados.
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