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Adiós al calzado afilado: vuelve la punta redonda

Durante años, la punta afilada fue símbolo de poder, deseo y precisión estética. Hoy, la moda da un paso adelante y abraza la forma redonda.

Adiós al calzado afilado: vuelve la punta redonda

Hubo un tiempo —no tan lejano— en el que la chica de moda podía ser identificada por dos coordenadas exactas: jeans de tiro bajo y calzado afilado. Si no tenías una punta puntiaguda que pareciera capaz de matar (metafóricamente, claro), no estabas en el punto de mira. Las colaboraciones se multiplicaban: las mules de gelatina de Melissa x Y/Project, los stiletto-sneakers de Ancuta Sarca… Todo gritaba “futuro”, “fetiche” y “fashion”.

Fast forward a 2025 y esas siluetas hoy duermen tranquilamente en la parte trasera del armario, junto a los vaqueros de efecto dirty wash y las gafas de ciclista. Lo que domina ahora la escena es mucho más… suave. Literalmente. Crocs, UGG, Mary Janes y hasta una PUMA Speedcat en clave ballerina: el zapato se ha redondeado, se ha dulcificado, se ha infantilizado.

La era del Toe blando

Todo empezó con el balletcore. No hablamos solo de tutús y leotardos de nailon translúcido, sino de su arma secreta: las bailarinas. Las marcas comenzaron a reimaginar el zapato plano más clásico con nuevos materiales y actitudes. ¿Ejemplos? Las bailarinas negras con tachuelas de Alaïa, el par con lazo rojo de Jacquemus del show FW23 o las versiones plastificadas de Melissa x Nodaleto.

Después llegó el comeback de las zapatillas de malla. Una especie de trauma core deportivo que nos conecta directamente con los armarios de principios de los 2000. ¿A quién le debemos este revival? A The Row, Alaïa, y ese insaciable apetito por la nostalgia que ya es más diagnóstico generacional que tendencia.

Y por último, el caso Mary Jane. Un comeback silencioso pero sólido que, hacia finales de 2024, explotó gracias a Sandy Liang, Cecilie Bahnsen, MM6 Maison Margiela. La silueta que alguna vez fue símbolo de “niña buena” ha sido secuestrada por la estética alt-fem, reinterpretada por PUMA, UGG y Onitsuka Tiger.

De lo afilado a lo suave

El zapato redondeado representa una feminidad más acogedora, lúdica, no necesariamente sexualizada. Una vuelta a la infancia, sí, pero no como regresión, sino como reconfiguración del poder. En un presente saturado de ironía y performance, la estética infantil —esa que nos enseña a abrazar la ternura y la torpeza— se convierte en terreno fértil para nuevas formas de fuerza.

Porque si los dedos puntiagudos simbolizaban rebeldía, agresividad y deseo, los redondeados nos hablan de seguridad, aceptación y soft power. Y eso, hoy, parece mucho más punk que cualquier taconazo letal.

Este shift no es solo una microtendencia ni una anécdota estética. Es el síntoma de un cambio más grande: una moda que deja de performar dureza y empieza a abrazar el juego, la vulnerabilidad y lo no sexualizado. ¿Moda infantilizada o moda adulta que por fin entiende que no hace falta disfrazarse de femme fatale para tener impacto? La línea es borrosa. Pero la dirección está clara.

Louis Vuitton se une a la tendencia del balletcore.

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