En Stromboli, siempre hay una erupción latente. El negro de sus arenas, el agave que sobrevive al borde del cráter, la sensación constante de que algo está a punto de explotar, porque de hecho puede que el volcán lo haga. En este paisaje se construye el escenario que David Koma ha elegido para definir a la nueva mujer Blumarine. Una mujer que, como el volcán, vive en erupción controlada.
Así nace la colección Resort 2026, donde el espíritu de la chica milanesa se encuentra con la energía más tranquila y relajada de la playa. Los prints cebra, reactivados por Koma desde el archivo, aparecen en túnicas, cardigans y vestidos de georgette. Las flores de agave —nativas de Stromboli— se bordaron a mano sobre tejidos transparentes que dejan entrever la piel. Hay chaquetas que emulan albornoces, como si la mujer Blumarine estuviese dispuesta, porque lo está, a darse una vuelta por la ciudad después de un buen baño. También hay denim, chaquetas bomber, y trajes de algodón con un espíritu más urbano. Y el logo de la marca aparece de repente en una toalla gigante que se introduce a modo de vestido.
Pero más allá de la narrativa, lo que sorprende en esta colección es la depuración del lenguaje estético de Blumarine. Si en temporadas anteriores ya se vislumbraba un giro hacia lo refinado, aquí se consolida una nueva etapa: menos exceso y más sofisticación. Una evolución que no reniega de la identidad histórica de la marca, pero la traduce con más refinamiento.
Con esta colección, David Koma sigue perfilando la identidad Blumarine. Atrás quedó la fantasía inocente de las mariposas noventeras. Lo que propone ahora es una mujer más adulta y refinada que, como Stromboli, es imprevisible, poderosa y magnética.
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