Este domingo, Michael Rider firmó su primer desfile como director creativo de Celine, marcando un punto de inflexión para la firma francesa tras la salida de Hedi Slimane. París acogió un debut marcado por formas contenidas, líneas limpias y lujo discreto.
Rider no es un recién llegado. Con una década de experiencia dentro de la propia Celine bajo la dirección de Phoebe Philo, y una etapa más reciente al frente del diseño en Polo Ralph Lauren, su regreso al número 16 de la rue Vivienne se percibe casi como una restitución.
La colección desfiló con una calma intencionada, casi coreografiada. Trenchs estructurados, blazers marcadas y punto compacto abrieron el desfile en tonos neutros que luego estallaron en azules, rojos y verdes saturados. Los accesorios se integraron a la narrativa del desfile con collares dorados, pulseras rígidas, bolsos extragrandes y bufandas con logotipo de la casa.
Pero más allá de las siluetas y los colores, la propuesta de Rider articula una visión pausada del lujo. “Celine representa calidad, atemporalidad y estilo, ideales difíciles de alcanzar, y aún más difíciles de definir”, afirmaba el diseñador.
En la misma línea, hay en este debut una apuesta clara por la longevidad, por el valor emocional de lo bien hecho. “Siempre me ha gustado la idea de la ropa que perdura”, reflexiona Rider.
Sin grandes efectos y sin provocaciones vacías, Michael Rider enuncia el inicio de una nueva era para Celine.
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