En medio de un panorama musical dominado por playlists descartables y singles que se consumen con la misma rapidez con la que se olvidan, Arón Piper aparece con un disco debut que evita la fugacidad y apuesta por dejar huella. Su álbum debut es un trabajo de 13 canciones que fusiona pop con matices electrónicos e indies en un espectro sonoro pensado para escuchar en la pista de baile, al conducir con las ventanas abiertas y el viento en la cara, o en esos atardeceres que parecen detener el tiempo.

Desde la primera escucha se percibe que no es un álbum que haya surgido de la fórmula, sino de una exploración profunda. El propio Piper lo describe como un ejercicio de búsqueda interior: “Este álbum nace sobre todo de una necesidad de buscar dentro de mí el sonido y el camino para poder expresarme y cantar sobre cómo me siento en este momento de mi vida, mis sentimientos y mis deseos… mis demonios y mi luz”. Esa declaración abre la narrativa de un disco que respira honestidad y que entiende que el pop puede ser tan introspectivo como bailable.
Piper lo presentó el pasado 3 de agosto en una exclusiva fiesta en Ibiza. Entre Leonardo DiCaprio, Vittoria Ceretti, Ester Expósito, Miguel Ángel Silvestre, Jon Kortajarena, Nico Furtado y Miranda Makaroff, el disco fue el centro de la noche, marcando el ritmo y la energía de todo lo que pasaba. Lo relevante de la noche fue la escucha privada que Piper ofreció: una inmersión en un disco que, en directo, cobra una dimensión física, corporal, que confirma que ha sido concebido no solo para sonar, sino para sentirse.
El álbum es resultado de una complicidad creativa con Manuel Lara y Ben Aler. Las influencias (Daft Punk, Tame Impala, Kid Bloom, The Cure, La Unión) son reinterpretadas con una sensibilidad plenamente contemporánea. Las trece canciones componen un relato continuo, pero cada tema se sostiene por sí mismo: Bla bla bla abre el disco de manera directa y casi insolente; Invisibilidad se erige como un manifiesto de vulnerabilidad; Especial envuelve con guitarras limpias la memoria de alguien imborrable; Renoir convierte la sinestesia en un juego sonoro; y Flores se perfila como el himno de este verano.
Lunes retrata la rutina con un pulso electrónico sereno; Cómo lo Vivo Yo es introspectiva sin caer en la autocompasión; Pirata Espacial se abre a paisajes psicodélicos, que suenan tanto a viaje interior como a escapada hedonista. Mamá rompe la línea argumental con una intimidad casi acústica que estalla en un momento clubero con ADN ochentero. En Las Noches Más Oscuras, la luz se atenúa para entrar en terrenos más densos, mientras Sentimental recupera el pulso con un groove muy fino. La Montaña emerge como clímax emocional y envolvente, y Toda la Vida despide el viaje con la puerta entreabierta: no hay cierre definitivo, solo la sensación de que la historia seguirá sonando.
Con este álbum, Piper no ha buscado el camino fácil. Más allá de la música, este debut confirma lo que muchos intuían: Arón Piper no es un actor que canta, sino un artista que entiende la música como una extensión de sí mismo. Su trayectoria en series como Élite o películas como El Correo le dio proyección global, pero aquí se desprende de personajes y guiones para mostrarse sin filtro. El resultado es un disco pensado para seguir sonando cuando el verano se haya ido. Porque si algo consigue este trabajo es atrapar ese instante en el que euforia y melancolía se rozan, y eso en un panorama pop saturado de ruido es un gesto de honestidad.
TRACKLIST
01- Bla bla bla
02- Invisibilidad
03- Especial
04- Renoir
05- Flores
06- Lunes
07- Como lo vivo yo
08- Pirata Espacial
09- Mamá
10- Las noches más oscuras
11- Sentimental
12- La Montaña
13- Toda la vida
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