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La Famiglia: una genealogía estética para la nueva era de Gucci

La colección ‘La Famiglia’ propone una reflexión estética sobre qué significa hoy ser parte del universo Gucci.

La Famiglia: una genealogía estética para la nueva era de Gucci

El lanzamiento de La Famiglia marca un capítulo crucial en la narrativa de Gucci. Una nueva etapa que se atreve a ser provocadora, sensual, excesiva y sin disculpas. La colección propone una reflexión estética sobre qué significa hoy ser parte del universo Gucci. Es un ejercicio de autoanálisis —la “Gucciness” elevada a categoría conceptual— donde el legado de la casa se confronta con la contemporaneidad a través de códigos visuales, personajes y relatos que funcionan como espejos de un mismo espíritu colectivo.

La dirección artística ha encontrado en Catherine Opie a la retratista perfecta para este ejercicio. La fotógrafa construye una galería de retratos que rehúye la moda entendida como escaparate, para transformarla en una cartografía identitaria: cada figura es un arquetipo, un reflejo de las múltiples máscaras que puede adoptar Gucci. Se trata de una “familia extendida” que no responde a vínculos de sangre, sino a una afinidad estética y actitudinal.

Dentro de este linaje aparecen personajes que son tanto narración como estilo. L’Archetipo encarna los orígenes, a través de un baúl de viaje monogramado que recuerda la vocación inicial de Guccio Gucci como creador de piezas de valigeria. La Incazzata irrumpe con un “little red coat” sesentero que condensa su temperamento incendiario; La Bomba juega con la agresividad felina en clave de rayas, pura volatilidad; y La Cattiva revisita la mitología de la femme fatale con severa elegancia.

El relato continúa con Miss Aperitivo, que reivindica la moda como pura celebración del instante, mientras L’Influencer plasma la cultura digital y su obsesión por la visibilidad. Otros personajes, como La MecenateLa ContessaLa Sciura o La Primadonna, reinterpretan la tradición de la aristocracia y la burguesía italiana, proyectando una elegancia cultivada y atemporal. Por último, Principino y La Principessa cristalizan la teatralidad del centro de atención: dos caras de una misma moneda marcada por el ego y la necesidad de ser vistos.

En cuanto a siluetas, la colección se sitúa en los márgenes del maximalismo y la contención. Se alterna la grandilocuencia de un abrigo de ópera recubierto de plumas con la radical sobriedad de un conjunto de lencería en clave second-skin. En el mismo gesto conviven la opulencia de la alta joyería con la desnudez estructural de prendas casi invisibles. Esa oscilación construye un relato sobre placer y deseo que desborda lo femenino y se infiltra en el menswear, reinterpretando códigos de la noche: desde trajes transparentes ajustados al cuerpo hasta swimwear transformado en traje de gala. Una dolce vita 2.0.

Los heritage signatures actúan como puntos de anclaje. El Bamboo 1947, con casi ocho décadas de historia, vuelve actualizado en sus proporciones; el Horsebit loafer, icono desde 1953, se mantiene intacto en su poder de reconocimiento; el Flora reaparece bajo una nueva lectura nocturna, casi gótica; y el GG Monogram se expande sin límites, ocupando superficies de manera total: del objetivo de una cámara a un par de mocasines, todo se convierte en soporte del logo. Aquí no hay mesura: es la lógica del “all or nothing”.

La sprezzatura, ese gesto típicamente italiano de la elegancia sin esfuerzo, impregna toda la propuesta. Zapatos kitten slingback que se llevan arrastrados, mocasines de cuero blando pisados como si fueran zapatillas, prendas que parecen colocadas con desdén calculado. Es la maestría de la espontaneidad como estilo, un valor intangible que define a Gucci tanto como cualquier logotipo.

Con La Famiglia, Gucci no solo presenta una colección: recupera el poder de contar historias. Vuelve a mirar hacia atrás para proyectar hacia el futuro, construyendo el terreno donde se asentará la visión de Demna, que debutará en febrero. Este lanzamiento no es un paréntesis ni un pre-show, sino una declaración de intenciones: Gucci se reafirma como mito vivo de la moda, capaz de revisitar sus códigos históricos, transformarlos en clave contemporánea y, al mismo tiempo, seguir dictando el rumbo de la estética global.

Francesca Bellettini es nombrada nueva presidenta y CEO de Gucci tras la salida de Stefano Cantino.

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