Lo de Haider Ackermann en Tom Ford para esta temporada Otoño/Invierno 2025 no ha sido un desfile cualquiera. Ha sido coger la herencia del hombre que hizo del porno chic un uniforme global y pasarlo por el filtro de alguien que siempre jugó con la sensualidad como un arma de doble filo. Haider lo resume en su carta: “Tom es la noche, yo soy la mañana después”. Y ahí está la clave.
El show arrancó como si entráramos en un cuarto privado después de una fiesta interminable: espejos empañados, sofás de terciopelo, huellas de deseo en el aire. No había pista de baile, pero sí ropa que parecía pensada para girar cuellos y dejar huella. Trajes de satén azul eléctrico, abrigos de charol verde ácido, vestidos cortados al milímetro que convierten la piel en la protagonista de un look. Es el universo Ford, pero visto desde la óptica Haider: menos exceso de lujuria, más una actitud noble, aunque siempre atrevida.
La colección habla mucho de la seducción en sí como un proceso poderoso, no como algo superfluo. El negro absoluto convive con tonos pasteles inesperados en trajes de pantalón y blazer, el cashmere se cruza con piezas de vinilo brillantes, y las líneas rectas de la silueta de Ackermann son pura sensualidad arquitectónica cuando ves a los modelos caminar sobre ese suelo espejado.
Porque si Ford fue el lujo del exceso, Haider reescribe su historia desde una visión más pura, más minimalista: quitar en lugar de añadir, dejar que un cinturón funcione como arquitectura, que un gesto al caminar haga el resto. “La nobleza no es un blasón, sino una forma de sostenerse, creyendo en la belleza como un medio de resistencia y usándola como tal”, escribió en su carta de la colección. Esa idea recorre cada look, cada peinado, cada paso sobre ese suelo espejado.
Y sí, hay fantasmas en esta pasarela. El de Tom, inevitable, reverberando en la lujuria de los tejidos y en ese magnetismo de club al que nunca entras por la puerta principal. Haider Ackerman baila con él de forma sobresaliente, pero también estuvo allí el fantasma de una época en que la moda podía hacer del deseo un arma política.
Haider resume su nueva temporada con Bowie al oído: “If just for one day, we can be heroes”(«Si por sólo in día, pudiésemos ser héroes»).
En Tom Ford, lo ha sido.
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