Si nos remontamos a la Antigüedad y la Edad Media, el rosa era símbolo de poder.
“Chico, está bien si tu tienes el azul: nosotras tenemos el rosa”, canta Janelle Monáe en PYNK. Estamos en época de romper prejuicios y cuestionar clichés, de desprendernos de las connotaciones negativas de lo femenino y de volcarnos con la androginia, pero lo cierto es que el rosa continúa considerándose un color de mujeres. Aunque no siempre ha sido así.
Si nos remontamos a la Antigüedad y la Edad Media, el rosa era símbolo de poder. Conseguir los pigmentos era costoso y su uso muy demandado, por lo que estaba restringido a las altas esferas y el clero. A lo largo de los años, el hombre comienza a rechazar el color en su vestimenta y en sus objetos personales y pasa a considerarse un color exclusivamente femenino. Fue a finales de los años 20 cuando esta transición tuvo su arraigo definitivo y la sociedad fomentó la distinción cromática de los roles de género. Para los chicos el azul, para las chicas el rosa. Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis marcaron a los homosexuales con un triángulo rosa. El amor por el rosa había muerto.
El este color ha tenido diferentes lecturas por parte de la moda. Dependiendo de la tonalidad, se asocia a veces a exceso y mal gusto; otras, a dulzura y romanticismo. Pero el rosa también ha sido pop (gracias a David Bowie), provocación (Schiaparelli y su shocking pink o el pussyhat de los movimientos feministas anti Trump) y, por supuesto punk, de la mano de diseñadores como Comme des Garçons, Vivienne Westwood o Rei Kawakubo.
Su recorrido a lo largo de la moda es apasionante, y de ello se han hecho eco diferentes instituciones y museos. El rosa protagoniza la nueva exposición temporal del Museo del Traje de Madrid: ‘La vie en rose’. La muestra profundiza en la historia de este color y los diferentes usos, connotaciones y simbolismos que ha ido adoptando a lo largo de la historia. Un compendio de piezas únicas y excepcionales de grandes diseñadores de moda que estará disponible hasta el 3 de marzo de 2019.
También el Museo FIT de Nueva York dedica una exposición entera a este color. ‘Pink: The History of a Punk, Pretty, Powerful Color’ que se podrá disfrutar hasta el 5 de enero de 2019. Mas de ochenta piezas de indumentaria desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Y si visitarla parece imposible, la directora del FIT Valerie Steele ha editado un libro con el mismo título que puede conseguirse online.
Rosa Barbie, bebé, chicle, pastel. Existe incluso el rosa millenial, un tono suave que tiene su principal escaparate en aplicaciones como Tumblr o Instagram. Tonos diferentes, pero todos asociados a la mujer desde hace años. Es precisamente esta ultrafeminidad a la que se ha asociado el rosa la causa directa de su estigmatización, ya que se concibe generalmente como un color “poco serio”. Un buen indicativo de cómo se ve a las mujeres.
Hoy día, con paso lento pero firme, el rosa está dejando de estar estrictamente vinculado a la feminidad para transformarse en un color neutro, andrógino y alejado de la apariencia cursi que lo ha perseguido hasta ahora. Es hora de romper prejuicios contra el rosa, reflexionar sobre nuestras concepciones erróneas y romper el cliché.
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