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Dakota Johnson, Tate McRae, Devon Teuscher y más en la campaña de Valentino Nocturne

La campaña cuenta con la participación de modelos junto a Marisa Berenson, Dev Hynes, Anne Imhof, Dakota Johnson, Tate McRae y Devon Teuscher.

Dakota Johnson, Tate McRae, Devon Teuscher y más en la campaña de Valentino Nocturne

Hay un instante en el que el día cede y la noche todavía no ha reclamado su territorio. Es un espacio suspendido, una frontera difusa donde los límites entre la vigilia y el sueño se disuelven. La conciencia, cansada de sostener su peso, comienza a rendirse lentamente. En esa transición, la realidad se ablanda, las palabras se despojan de su significado y la luz se vuelve cómplice.

La campaña Nocturne de Valentino decide habitar precisamente ese umbral. Su narrativa se desarrolla dentro de un hotel donde convergen el anonimato, la intimidad y la transitoriedad. En el interior de cada habitación, la cotidianidad se transforma en escena cinematográfica. El hotel, con sus pasillos interminables y su arquitectura impersonal, se convierte en metáfora del presente: un refugio colectivo donde las vidas se rozan sin tocarse, donde la soledad y la intimidad se comparte sin ser nombrada.

En Nocturne, la noche no es ausencia de luz sino materia narrativa. Es el tejido que une existencias fragmentadas: huéspedes que cohabitan en una sincronía inconsciente, cuerpos que, al entregarse al descanso, participan de un mismo ritual silencioso. Cada habitación es una cápsula del mundo, un microcosmos donde el sueño se convierte en un gesto político: abandonar el control, permitir que la mente deje de pensar por sí misma.

La dirección creativa convierte ese estado liminal en una estética precisa: tonos profundos, texturas que rozan lo táctil, destellos metálicos que evocan una modernidad suspendida. La iluminación rehúye el artificio y se deja caer como un suspiro, mientras el cuerpo humano se erige en protagonista. Todo está pensado para transmitir esa sensación de disolución: un universo en el que lo sólido se desvanece, donde lo visible se pliega hacia lo interior.

El Nocturno en Mi bemol mayor de Chopin actúa como la banda sonora invisible del relato. No es un simple acompañamiento, sino una textura que envuelve la experiencia. Su melodía, melancólica y luminosa, marca el pulso de un tiempo suspendido. Es la respiración de la noche convertida en sonido. Una espera sin objeto, un deseo sin destino. La música funciona aquí como el hilo conductor que une lo disperso: distintas vidas, distintos sueños, distintas formas de estar solos y, sin embargo, juntos.

En su dimensión simbólica, Nocturne se presenta como una lectura poética de la condición contemporánea. Un comentario visual sobre el modo en que habitamos el presente: conectados pero aislados, próximos pero intangibles. El hotel se convierte en un laboratorio de esas tensiones modernas, un territorio donde la colectividad y la soledad coexisten en perfecto equilibrio. Cada imagen, cada gesto contenido refleja esa paradoja: la necesidad de compartir un espacio común sin renunciar a la distancia que lo sostiene.

A nivel estético, la campaña se alinea con la nueva sensibilidad del lujo contemporáneo: sobrio, introspectivo, emocional. Lejos de la ostentación, Nocturne apuesta por la atmósfera, por el detalle que apenas se percibe pero que altera la experiencia. La ropa, los objetos, los cuerpos y la luz componen una coreografía que trasciende la moda para situarse en el terreno de lo sensorial. Se trata de una elegancia que no grita: susurra.

Freud decía que el sueño es el lugar donde el pensamiento continúa sin nosotros. Nocturne parece confirmarlo. En el instante en que las luces del pasillo se apagan y el murmullo de la ciudad se disuelve, comienza otro tipo de pensamiento: uno hecho de imágenes, de deseos inconfesables, de memoria y de futuro. La campaña no busca representar esa experiencia; la propone como vivencia compartida.

Así son las Vans Authentic de Valentino Garavani firmadas por Alessandro Michele.

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