Natalia Lacunza vuelve a detener el ruido. Tras el fulgor luminoso de Tiene que ser para mí (2022), la artista navarra inicia una nueva etapa con N2STAL5IA, su segundo álbum de estudio. Es un trabajo conceptual que nace desde la introspección, la pausa y la verdad. Un proyecto que rehúye la inmediatez y construye un espacio emocional más maduro, atemporal y profundamente generacional.
El disco incluye catorce canciones originales. En ellas, Lacunza se adentra en un territorio interior donde conviven el apego, el desamor, la pérdida, la amistad y esos vínculos que nos transforman en la mitad de los veinte. El título —un guiño a la palabra «nostalgia» y al número «25»— resume su intención: un viaje emocional en esa brecha vital donde dejamos de ser quienes fuimos sin saber del todo quiénes seremos.
Colaboraciones que suman profundidad
La producción del álbum se construye junto a Pau Riutort, Diego 900, Barry B, Gara Durán, Andry Kiddos y Pablo Stipicic. El enfoque elimina adornos y prioriza lo esencial. La voz, el relato y el espacio toman el protagonismo. El sonido se mueve entre el pop atmosférico, el R&B introspectivo y paisajes electrónicos sostenidos por silencios que hablan tanto como las melodías. Todo acompaña una narrativa alt-pop íntima, cruda y honesta.
N2STAL5IA llega después de adelantos como «Un Castigo» junto a Jesse Baez, «Apego Feroz», la balada «Otro Culito» y «Singapur». Estas canciones ya anticipaban el giro emocional del proyecto. Las colaboraciones amplían ese universo. Jesse Baez aporta calidez y una sensualidad sutil en uno de los duetos más íntimos del disco. BEA1991, figura clave del pop experimental holandés, refuerza el carácter atmosférico del álbum con «Te Enamoraste». Natt Calma y Nilusi añaden perspectivas distintas, pero complementarias, y completan así el mapa afectivo que recorre N2STAL5IA.
«SABES QUÉ???»: ruptura, grito y transformación
El foco del lanzamiento es «SABES QUÉ???», la pieza más visceral del álbum. Lacunza la escribió en México, durante una de sus últimas sesiones de co-writing junto a Diego 900, L’haine, Pablo Stipicic y Andry Kiddos. La producción final, firmada por Riutort y Stipicic, apuesta por un sonido más sucio y directo. El resultado rompe de forma clara con la delicadeza que domina el resto del proyecto.
La canción nace de una necesidad de desahogo. De gritar. De cantar desde un lugar más crudo. En ella aparece un coro formado por sus mejores amigas, que repite su nombre —«N-A-TA-LIA»— como un diálogo interior. Son voces que interrumpen, que duelen, pero también que acompañan.
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