Un proyecto que rescata y resignifica la casa familiar de la aclamada artista.
Popularmente conocida como Casa Roja, el edificio ubicado en Ciudad de México se convierte ahora en un espacio que revela una faceta poco explorada de Frida: íntima, cotidiana, profundamente humana.
Lejos de la narrativa ya institucionalizada que gira en torno a su romance con Diego Rivera o a la magnitud de su obra, este museo gestionado por la Fundación Kahlo abre una puerta directa a la mujer que existía entre bastidores. Un retrato emocional que, hasta ahora, se mantenía en la sombra entre mitos, colores y dolor.
La Casa Roja fue adquirida originalmente por los padres de Frida y se mantuvo dentro de la familia durante décadas. Un refugio que acompañó su vida desde su infancia hasta sus últimos años y que, tras un meticuloso proceso de transformación, vuelve a respirar bajo un nuevo enfoque.
El proyecto ha sido firmado por Rockwell Group, con dirección creativa y diseño gráfico de Pentagram e Ileen Gallagher, quienes han conseguido mantener el aura doméstica del espacio mientras lo convierten en una experiencia museística inmersiva. En su interior se encuentra una colección excepcional de objetos personales: cartas manuscritas, fotografías inéditas, prendas de vestir y piezas íntimas que ayudan a reconstruir la narrativa de una Frida que rara vez aparece en los libros de arte.
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