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¿Puede el Ozempic influir en las adicciones?

La idea circula cada vez con más fuerza especialmente en ciertos rincones de internet, pero conviene introducir un matiz importante.

¿Puede el Ozempic influir en las adicciones?

La pregunta se repite con insistencia en redes sociales y podcasts de bienestar, pero no nace en los laboratorios ni en las revistas científicas. Surge en un ecosistema digital donde conviven la medicina alternativa, la desconfianza hacia las instituciones sanitarias y un relato cada vez más expansivo sobre las supuestas capacidades del Ozempic, nombre comercial de la semaglutida, para resolver problemas que van mucho más allá de la diabetes o la obesidad.

Tal como recoge Dazed, tras escuchar varios contenidos de medicina alternativa, la idea de que Ozempic pueda “curar” la ansiedad social acaba pareciendo casi razonable. El planteamiento suele aparecer entre afirmaciones abiertamente pseudocientíficas, desde teorías conspirativas hasta discursos espirituales, pero encuentra aceptación porque se apoya en experiencias personales que describen una reducción del deseo de beber alcohol, fumar o aislarse socialmente tras el inicio del tratamiento.

Un fármaco, múltiples promesas

Ozempic pertenece a la familia de los agonistas del receptor GLP-1, medicamentos desarrollados para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Su mecanismo de acción está bien establecido: regulan la glucosa en sangre y aumentan la sensación de saciedad. Esa misma vía explica su eficacia en la pérdida de peso, una indicación respaldada por ensayos clínicos y datos a gran escala.

La extensión de sus supuestos beneficios a ámbitos como las adicciones, la salud mental o la neurodivergencia, sin embargo, carece de una base científica sólida. Aun así, estas ideas se han popularizado con rapidez, impulsadas por influencers de bienestar que presentan la semaglutida como una sustancia capaz de “reequilibrar” el organismo en su conjunto.

El contexto ayuda a entender esta expansión. En el Reino Unido, se estima que alrededor de 1,5 millones de personas utilizaban medicamentos GLP-1 en septiembre, y más del 90% lo hacía mediante pago privado. La posibilidad de acceder a estos fármacos a través de plataformas online ha facilitado su uso fuera de los criterios del sistema público de salud, incluso por motivos no médicos. El aumento de la demanda ha generado, además, un mercado negro paralelo.

Microdosificación y usos fuera de indicación

Dentro del ámbito de la medicina alternativa, la aceptación del Ozempic se vincula a su consumo en microdosis, una práctica “fuera de etiqueta”. Aunque legal en determinados contextos clínicos, este tipo de uso cuenta con escasa investigación que avale su eficacia o seguridad.

A pesar de ello, figuras influyentes del bienestar han promovido activamente estas prácticas. La doctora Tyna Moore, naturópata y divulgadora en redes, ha afirmado que la microdosificación de Ozempic puede “curar” desde artritis y acné hasta infertilidad o alcoholismo. En un episodio del pódcast Diary of a CEO, sostuvo que algunas personas previamente retraídas se vuelven más sociables tras el tratamiento, atribuyendo estos cambios a supuestos efectos antiinflamatorios en el cerebro.

Este tipo de afirmaciones contrastan con la cautela de la comunidad médica. El endocrinólogo Sean Noronha, especialista en diabetes y obesidad, explica que la pérdida de peso puede reducir la inflamación crónica de bajo grado y mejorar el bienestar general en personas con obesidad. “Pero no podemos extrapolar estos efectos a individuos con un índice de masa corporal normal, ni existe evidencia de que los GLP-1 mejoren enfermedades autoinmunes o crónicas en este contexto”, señala.

¿Adicción o efecto indirecto?

Algunos estudios preliminares han observado una reducción del consumo de alcohol en pacientes tratados con semaglutida, lo que ha despertado el interés por su posible impacto en los circuitos cerebrales de la recompensa. Sin embargo, los propios investigadores advierten de que estos datos son observacionales y no permiten establecer una relación causal.

Los especialistas subrayan que la mejora de hábitos asociados a la pérdida de peso —mejor descanso, mayor actividad física, disminución de la inflamación— puede influir indirectamente en conductas adictivas. Atribuir esos cambios al fármaco como si actuara directamente sobre la adicción supone una simplificación de procesos complejos, en los que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales.

Entre la desconfianza y el riesgo

La falta de evidencia empírica no frena a los defensores de la medicina alternativa, muchos de los cuales expresan un escepticismo abierto hacia la medicina convencional y los organismos reguladores. En algunos espacios digitales se cuestiona incluso la aprobación de la FDA como criterio de legitimidad científica, mientras se ensalzan la intuición personal y los tratamientos “naturales”.

Este discurso convive con una paradoja: el rechazo a la medicina institucional se combina con el uso de un fármaco inyectable desarrollado por la industria farmacéutica. El argumento suele apoyarse en que los péptidos son producidos de forma natural por el cuerpo, aunque los utilizados en medicamentos sean sintéticos.

Las consecuencias de esta lógica no son solo teóricas. El uso experimental de fármacos fuera de supervisión médica conlleva riesgos reales. Aunque los GLP-1 se consideran generalmente seguros, pueden producir efectos adversos graves, incluida la anafilaxia. Los expertos insisten en que cualquier uso fuera de indicación debe realizarse bajo control médico y complementado con un descanso adecuado, alimentación equilibrada, ejercicio regular y gestión del estrés.

Lo que aún está por demostrar

Existen ensayos en marcha que exploran el potencial de los agonistas GLP-1 en el tratamiento de adicciones, así como en enfermedades neurodegenerativas o hepáticas. Pero, por ahora, esos usos permanecen en fase de investigación.

Hasta que se disponga de datos concluyentes, la idea de que el Ozempic pueda “curar” las adicciones sigue perteneciendo más al terreno del relato que al de la evidencia. En un contexto marcado por la búsqueda de soluciones rápidas, la prudencia científica recuerda que no todo lo que reduce el deseo puede considerarse una terapia.

¿Qué viene después del Ozempic?

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