Texto de Ana Franco.
Con el último avance de Audemars Piguet, la alta relojería se ha puesto al servicio del usuario una vez más, demostrando que un reloj complicado también puede resultar cómodo y fácil de usar. Toda la innovación de la que es capaz la marca, y es mucha, ha estado encaminada en los últimos tiempos a lanzar el reloj Royal Oak Extraplano Tourbillon Volante Cronógrafo Automático RD#5, que reinventa la función de cronógrafo, una de las más populares y prácticas hoy.
Este reloj, el último de la serie RD, que desde 2015 ha mejorado otras complicaciones ya existentes en el catálogo de la firma suiza, tiene la forma de un Royal Oak ‘Jumbo’, es decir, que mide 39 mm de diámetro y 8,1 de grosor (con lo que es planísimo), y aporta la codiciada esfera Petite Tapisserie en color azul Bleu Nuit, Nuage 50. Su caja está fabricada con titanio y BMG (cristal metálico amorfo, compuesto en más de un 50% de paladio), un material que le aporta mucho brillo.
Lo novedoso está dentro, en el nuevo Calibre 8100, con una reserva de marcha de 72 horas, fruto de cinco años de trabajo. Por primera vez, un Royal Oak ‘Jumbo’ combina un cronógrafo flyback (que permite reiniciar el cronógrafo sin necesidad de detenerlo y ponerlo a cero primero) con un tourbillon volante de gran amplitud. Y con el replanteamiento de todo el mecanismo de cronógrafo han conseguido reducir la fuerza que necesitan los dedos para presionar los pulsadores que activan el cronógrafo, bastante más reducidos de tamaño. Ahora es como apretar el botón lateral de un reloj inteligente: suave y sensible al tacto.
A través del cristal de zafiro de su reverso se observa el movimiento, gracias a un rotor periférico de platino. El precio del ejemplar, limitado a 150 unidades porque 150 son los años que ha cumplido Audemars Piguet en 2025, ronda los 336.000 euros. Y con él la firma revela que está en plena forma.
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