Parece ser que no solo del perdón de los feligreses vive la iglesia, también, por si no fuese suficiente, de sus clérigos; y eso lo sabe bien Vyacheslav Badkakov, sacerdote ortodoxo de la región de Tver en Rusia que ha pedido recientemente perdón por sus gustos refinados.
Louis Vuitton y Gucci son los culpables de llevar por caminos tenebrosos y pecaminosos a Vyacheslav Badkakov, perteneciente a Iglesia ortodoxa rusa. Hace unas semanas saltaba la notica de que un cura rompía su voto de pobreza y sucumbía a la tentación del lujo. Sus publicaciones en su cuenta de Instagram le delataron. Fotografías de artículos de la maison parisina e italiana llenaban su perfil, y con el tiempo los “likes” iban aumentando tanto que le apodaron “el Sacerdote Gucci”; alguien debería haberle advertido de que la voz de las redes sociales llega mucho más lejos y más alto que la del mismísimo Dios, tanto que alcanzó los oídos de los más elevados cargos de la Iglesia ortodoxa.
Alexandre Volkov, representante de la Institución rusa declaró: “Este comportamiento es inaceptable, la iglesia requiere que sus representantes sean modestos y moderados. Un clérigo no puede ser sacerdote en la iglesia por la mañana y luego ser quien quiera ser después del almuerzo”.
Tras ser denunciado por la Institución religiosa por su comportamiento de ostentación inaceptable, Badkakov aseguró que acataría cualquier consecuencia que sus actos hubiesen provocado, pero también se defendió diciendo que sufría una enfermedad crónica y uno de sus doctores le aconsejó un cambio de hábitos para paliar el dolor, además, puntualizó que eran fotos tomadas desde las mismas tiendas, nada de lo que aparecía en su Instagram era suyo. No obstante, señaló que tampoco no tenía tanto dinero para pagar sus gustos tan caros.
A pesar de las disculpas públicas, una vez que te topas con la Iglesia nada puedes hacer, la cuenta personal de Badkakov fue eliminada. Ya nada queda del cura más “in” de todos los tiempos.
Está claro que no importa quién seas, a qué te dediques, los años que tengas, si eres hombre o mujer, cura o monja, todos podemos vender nuestra alma al diablo por un bolso Louis Vuitton o unos Gucci.
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