A pesar de contar con 2,6 millones de followers en su cuenta de Instagram, la influencer Ariana Renee (@arii) ha sido incapaz de vender las 36 camisetas mínimas que le hubieran permitido comenzar los primeros envíos de su marca.
¿Está a punto de estallar la burbuja influencer?
La californiana conocida como Arii se hizo famosa hace aproximadamente tres años gracias a sus vídeos de la red social Musicall.ly. Su fama se refleja en Instagram: la influencer maneja cifras de más de dos millones de seguidores en su cuenta. Hace unas semanas, anunció en la app el lanzamiento de su propia marca de ropa, ERA.
Pero el negocio ha resultado ser todo un fracaso. Hace unos días, Arii subía una publicación a Instagram (que posteriormente eliminó) contando su caso. La empresa con la que trabajaba le pedía vender un mínimo de prendas para poder enviar los paquetes de los pedidos y producir la colección al completo. La cifra inicial era de tan solo 36 camisetas, pero a pesar del volumen masivo de seguidores, no ha conseguido vender esa cantidad.
En el post, Arii afirma que sus publicaciones sobre la marca estaban recibiendo muy buen feedback, con multitud de respuestas anunciando que comprarían la prenda. También ha acusado a su círculo cercano de no haberle ayudado lo suficiente en el proyecto. “Envié paquetes de PR a mis amigos, y ni siquiera recibí comentarios. Sé que la gente está ocupada y no puedo ser la prioridad número uno, pero pensé que me apoyarían. Ni siquiera compartieron mis publicaciones”.
La influencer presupuso que la cantidad de espectadores que veían sus publicaciones sería suficiente estrategia de marketing para su producto. Pero el negocio de la moda, como cualquier otro, precisa de un previo conocimiento comercial. Y uno de los aspectos básicos que hay que tener en cuenta es que tus seguidores no son necesariamente tus clientes.
El caso de Arii ha desencadenado una reflexión sobre la situación actual del panorama influencer, una burbuja que parece estar a punto de estallar. El asunto ha dejado constancia de que el volumen de seguidores no implica en absoluto el compromiso de los mismos con tu proyecto y de que el engagment es un factor más importante de lo que parece. Sin ninguna duda, el fenómeno influencer ha provocado un cambio tan radical en la industria de la moda y la publicidad que es difícil adivinar dónde están los límites y qué pasará después.
Por otra parte, la chica parece haber supuesto que contar con una cifra alta de seguidores valida automáticamente tus aptitudes y tu talento para lanzar un proyecto propio. Lo cierto es que la ropa de su marca no podía presumir de un diseño demasiado creativo, y no queda lejos de ese montón de marcas de moda iniciadas por pseudocelebrities que le hacen un flaco favor a la dimensión artística de la moda. “Si me veo a mí misma como una diseñadora de moda, eso es lo que soy”, contestaba Arii a un usuario que señalaba el poco atractivo de las camisetas. Una visión de la realidad que denota la infantilización de la que hacen gala muchos influencers y que demuestra su total irresponsabilidad para hacer frente a un negocio (y a la vida en general).
Por ahora, la cuenta de ERA suma apenas 2.450 seguidores y no tiene ninguna publicación. Su bio promete que «volverán pronto».
Si todavía no has visto la historia de la influencer que fingió su estancia en Coachella haz click aquí.
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