Los códigos de lo aspiracional se someten a un ejercicio radical de atención.
Esta temporada SS26, Ashley Williams propone un universo donde el propósito se encuentra en lo que ya se tiene, en esos pequeños gestos de cuidado que sostienen la vida diaria, y no en lo inalcanzable como tendemos a creer. Para ello, nos introduce en una especie de ciudad provincial, un territorio aparentemente anodino donde lo ordinario se eleva a ritual.
Y como no podía ser de otra manera, la protagonista de esta historia se enorgullece de los placeres sencillos: conversaciones con vecinos que valen más por su constancia que por su contenido; setos podados solo porque quedan más bellos; tareas domésticas realizadas con el respeto de quien entiende que cada minuto en la tierra es un acto de gratitud.
En este escenario, la diseñadora transforma lo funcional en un lenguaje de estilo. Los técnicos de rayos X, las enfermeras, los solados y los obreros de las fábricas de papel higiénico desfilan enfundados en prendas en tonos menta y rosa. Los cinturones y los chalecos tácticos se reconfiguran para la comodidad, mientras que las gafas de seguridad se adornan con delicadas rosetas. Incluso las almohadillas ortopédicas encuentran su lugar en la silueta, suavizando la violencia implícita de los tacones altos.
Con todo ello se plantea una pregunta tan sutil como incómoda: ¿quién tiene realmente acceso al hogar, en su sentido más profundo?
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