Barcelona se volvió a vestir de música y deseo con la llegada del Primavera Sound 2025, pero este año hubo un territorio que reescribió las reglas del festival: la Island of Joy de Aperol Spritz. Un oasis cromático en mitad del Parc del Fórum donde se fusionaron el hedonismo contemporáneo, la creatividad y la autenticidad. Allí, vivimos la mejor música mientras disfrutamos con nuestros amigos al sol del conocido aperitivo de color naranja.
El primer brindis no ocurrió en el recinto: sucedió en el mar. A bordo de La Goleta by Aperol, un grupo cuidadosamente seleccionado de talentos creativos, insiders e invitados vivió una travesía sensorial que nos llevó desde el puerto de Barcelona hasta la Island of Joy, donde comenzó la experiencia. Aperitivo italiano, luz líquida del Mediterráneo, y el primer sorbo de un verano que acababa de empezar.
Una vez en tierra firme, la isla brillaba en su máximo esplendor. El line-up del día capturaba la escena emergente nacional e internacional: Frytz -electrónica onírica con pulsión urbana-, Aiko El Grupo -garage-pop feminista con ADN punk-, Ona Mafalda -sofisticación indie-pop- y Toldos Verdes -guitarras al borde del colapso emocional-.
El segundo día todo giraba en torno al momento perfecto. El sol acariciaba la piel con precisión fotográfica, la copa de Aperol brillaba como una joya líquida y los anillos de La Manso en colaboración se transformaron en el símbolo visual de esta edición. En plena Golden Hour, comenzó una de las activaciones más esperadas: 20 packs de anillos diarios se entregaban a aquellos que compartieran su experiencia en redes sociales.
Las actuaciones del día fueron Fades -cierre de atmósferas suspendidas y letras-código-, María Blaya -electrónica emocional y lírica profunda-, Anaïs -voz única, estética limpia, proyección internacional-, Dora -pura alquimia escénica-. La Photo Booth dorada se convirtió en punto de peregrinación para los que quisieron inmortalizar su experiencia.
El último día fue una celebración. La Island of Joy vibraba con una mezcla de nostalgia anticipada y euforia colectiva. Todos sabíamos que esta experiencia tenía fecha de caducidad… así que se vivió con más intensidad. Los conciertos del día fueron Pavlenha -magnetismo vocal y texturas bedroom futuristas-, Raya Diplomática -la nueva banda de rock-punk de la mano de Javier Calvo-, Maig, sensibilidad escénica y narrativa generacional-, The Crab Apples -pop elegante con nervio-.
De la travesía en La Goleta a los anillos en colaboración con La Manso, Aperol Spritz logró capturar lo intangible —ese instante donde la luz, el sonido y la emoción se alinean— y transformarlo en un lenguaje propio: el del aperitivo elevado a ritual. Porque si hay algo que nos dejó este festival, es la certeza de que la verdadera magia ocurre justo antes de que se esconda el sol… y siempre con un Aperol Spritz en la mano.
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