Llegamos al adidas arena al caer la tarde y ya sabíamos que no sería una noche más. El aire de la ciudad estaba cargado de expectación: colas kilométricas en Champs-Élysées durante los días previos, retratos gigantes de Angèle, Jennie Kim o Missy Elliott ocupando la fachada del recinto, y el rumor constante de un evento del que todos hablaban. Desde dentro, fuimos testigos de cómo adidas Originals convirtió a París en capital efímera de música, moda y cultura urbana con The Sound of Superstar(s).
La cita empezó antes de que sonara la música. adidas Originals nos invitó a recorrer parte de sus archivos, un acceso íntimo a piezas que forman ya parte de la historia de la cultura urbana. Frente a nosotros, la Superstar 35 Anniversary City Series #24 Paris (2005); la Superstar 35 Anniversary Music Series #21 Missy Elliott (2005); la edición dedicada a los Red Hot Chili Peppers; o las Crystal Superstar de 2001, creadas para celebrar la apertura de la primera tienda adidas Originals en Berlín. Verlas de cerca fue como entrar en una cápsula del tiempo donde cada par hablaba de un momento cultural distinto.

Tras el recorrido, nos condujeron a un área exclusiva desde donde disfrutaríamos de la velada. Entre copas servidas sin límite y propuestas gastronómicas constantes, nos encontramos con las mejores vistas al escenario. Allí, además de comida y bebida ilimitadas, se desplegaban actividades diseñadas para vivir y crear: un fotomatón, una cámara de 360 grados, un photocall y muchos más spots con la estética de la campaña que invitaban a capturar la noche en contenido instantáneo.
A las 19:30 horas empezó el show. La velada abrió con la energia de SSSound y entre actuaciones Mariana Benenge, magnética y cercana, guió cada transición con naturalidad, junto a un equipo de bailarines. La segunda en aparecer fue la icónica Angèle, que con su dulzura pop logró que miles de voces cantaran con ella. Después fue el turno del rap crudo de La Mano 1.9. Nuestros favoritos fueron Luidji que con su crudeza lírica nos cautivó al igual que Theodora con su energía vibrante. La electrónica visceral de Shygirl y el toque de afrofusion de Asake no pasaron desapercibidos.
Desde nuestra posición se apreciaba un detalle esencial: cada artista llevaba la Superstar reinterpretada desde su propio universo. La Mano 1.9, con su versión exclusiva, puso en evidencia que la Superstar no es solo calzado, es soporte para el discurso cultural. El adidas arena llevaba días convertido en instalación: 1.555 m² de gráficos inspirados en cajas de zapatillas cubriendo la base, 650 m² de fachada con retratos de embajadores como Angèle, Jules Koundé, Jennie Kim o Missy Elliott, de hasta 15 metros de altura. La ciudad estaba tomada visualmente por la Superstar antes incluso de que empezara la música.
Las entradas se distribuyeron a través de adiClub, premiando a la comunidad más cercana a la marca. Las últimas 600 se entregaron en Champs-Élysées y vimos cómo esas colas se transformaron en celebración anticipada. La espera ya formaba parte de la experiencia, como si París entera hubiera decidido formar fila para entrar en la historia. El concierto fue solo el centro de un universo cuidadosamente diseñado: visuales y fotografía en cada rincón, exhibición de colecciones Superstar y Firebird, merchandising exclusivo disponible en el recinto y en cuatro tiendas de París.
“Superstar siempre ha celebrado la intersección entre el deporte y la cultura, con la música como elemento clave”, nos recordaba Annie Barrett, vicepresidenta de Comunicación de Marca de adidas Originals. Al salir, aún con la música resonando, supimos que lo vivido no se repetiría fácilmente. adidas Originals supo construir una experiencia que combinaba historia, presente y futuro de un icono. Y nosotros estuvimos allí, recorriendo sus archivos, brindando desde las alturas, viendo cómo París entera bailaba alrededor de una sneaker que sigue siendo eterna.
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