En los días previos a la era de la hiperconectividad, cuando Internet aún era un lujo ruidoso y el sonido del módem marcaba el inicio de cada sesión online, Fashion TV era nuestra ventana directa a las pasarelas globales. En 2001, sin Instagram ni TikTok, sintonizar ese canal se convertía en el pasaje obligado para ver lo último en moda. Tras las cámaras, se filtraba el caos tras bambalinas: supermodelos, caos estilizado y el backstage de lo que, en ese entonces, se percibía como la cima de la industria.
Ahora, en 2024, Balenciaga ha decidido mirar hacia atrás, resucitando el espíritu de esa era Y2K y canalizando la esencia de aquellos días de Fashion TV para su nueva campaña del bolso Le City. Un accesorio que debutó en 2001 y se instaló como el objeto de culto del momento, colgado en los brazos de las it girls de la época, desde Paris Hilton y Nicole Richie en The Simple Life hasta Kate Moss y Lindsay Lohan. Hoy, Demna lo trae de vuelta, pero con el toque disruptivo que lo caracteriza: remaches metálicos, grafitis, llaveros kitsch, y una versión cruzada con forma de croissant.
Esta campaña, aunque parece una oda al lujo y la estética Y2K, tiene un giro propio, uno que lleva la firma de Demna: la intervención de la fotógrafa Lauren Greenfield, una maestra en capturar la cultura juvenil y el consumismo desenfrenado. Su mirada, cruda y directa, destila la tensión entre la superficialidad de la moda y las realidades más oscuras de la sociedad contemporánea. En las imágenes, modelos como Paloma Elsesser y Devon Lee Carlson son captadas en esos momentos previos a los desfiles, cuando las cámaras aún no han apuntado a la pasarela: selfies, risas y la Le City como una extensión de su estilo de vida moderno y urbano.
Demna, como siempre, no se conforma con crear una simple campaña de moda. Tras la fachada de lujo y la nostalgia del Y2K, se esconde una crítica aguda sobre la cultura del consumo, la obsesión por la imagen y el lugar que la moda ocupa en esta maquinaria global. Porque lo que parece una brillante campaña de productos, en el fondo es un comentario sobre el ciclo interminable de la moda, la fama y el dinero. Balenciaga no solo vende ropa: está definiendo cómo nos vemos, cómo nos compramos y cómo, a veces, nos consumimos en el proceso.
Le City de Balenciaga no es solo un bolso; es un símbolo de una época que nunca se ha ido del todo, transformado ahora para una generación que vive en el loop de la nostalgia y el consumo. Y, como siempre, Demna sabe exactamente qué hilos tirar para que no solo hablemos del bolso, sino de todo lo que representa.
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