Laura Pérez ( @laurappz ) | ‘The Drop‘ de Barbara Kruger es la performance que fusiona filosofía streetwear y consumista en un mismo concepto-obra de arte. Ambientada en el underground de NY -a través de una línea visual y publicitaria- se convirtió en la nueva forma de crítica social por parte de la artista a la que Supreme robó la identidad.
El ‘compro, luego existo‘ como corriente filosófica de la era post-internet y activewear, ha podido verse materializada en The Drop: la performance de Barbara Kruger, o el arte de la crítica social por la misma artista. Su interpretación artística y filosófica de la realidad se instalaba en un skatepark en el Lower East Side, y en un autobús escolar con emblemas impresos en su estética icónica de fotografías en blanco y negro, y yuxtaposición de letras blancas sobre fondo rojo.
Entre los Krugerisms se encontraban algunos como ‘Holy War’ ‘Class War’ o ‘Bidding War’, que reflejaban el lenguaje visual publicitario y la subversión de la iconografía de la sociedad de consumo. El resultado de la provocación del arte; porque si el artista no provoca, es que no tiene nada que decir y transmitir.
Como parte de la performance se encontraba el lanzamiento de 50.000 metrocards de edición limitada, distribuidas al azar en máquinas expendedoras en cuatro estaciones de Nueva York (desesperación para aquellos que no podían viajar debido a las fake cards). La coincendia radicaba en que Supreme ya había lanzado su propia MetroCard a principios de año. Aquí la pregunta, ¿qué había sido antes Kruger o Supreme?
La instalación de una pop-up en el Soho también formó parte del trabajo específico de Kruger para la Bienal Performa, durante las tres primeras semanas de noviembre. ‘Volcom x Performa 17 Biennial‘ o Kruger x Volcom se convertía en la colab con más trascendencia de la historia post-moderna. Diseños de gorros, camisetas, hoodies y pegatinas exclusivas con frases de la artista como ‘Want it, buy it, forget it’. Skates que gritaban un ‘Don’t be a jerk‘ y camisetas que cuestionaban: ¿De quién es la esperanza? ¿De quién es el miedo? ¿De quién son los valores? ¿De quién es la justicia? Esa es la cuestión.
Las piezas se enmarcaban en la tienda como obras de arte de la vanguardia más underground, street y skate. ¿El resultado? una cola similar a las de Supreme cuando hay nuevos lanzamientos, aunque realmente nadie supiese quién estaba detrás de la pop-up.
La finalidad de la obra como crítica hacia el consumismo y la adicción al highclass streetwear. La burbuja desde la que no podemos ver más allá, el consumo de comprar y tirar, de esperar días en la tienda para pillar las nuevas sneakers de LV y Supreme. Pero también es la crítica hacia la apropiación de una idea, que era de Barbara Kruger, y Supreme la ha hecho suya. Esa firma de texto con Futura Bold en blanco con fondo rojo, y todas las ideas que hay detrás, fueron robadas por la referencia de la escena streetwear.
Porque el auge de la cultura urbana con Supreme lleva implícito el vender una exclusividad que nos atrapa, por el hecho de querer formar parte de esa crew limitada y aparentar un poder y riqueza inexistente. Abre los ojos.
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