En medio de los varapalos financieros que está viviendo en los últimos meses, Burberry decidió llevar a sus invitados a un espacio que reflejaba, parecía, su propia realidad: el vestíbulo del Teatro Nacional. Un ícono del brutalismo londinense, con sus formas angulares y sus paredes de hormigón, encarnaba un contraste con la delicadeza desplegada en la nueva colección de verano 2025 de la marca. La elección del lugar subrayaba un momento crítico para Burberry, que ha sido recientemente eliminada del índice FTSE 100 tras una caída significativa en su capitalización bursátil. Esto ha marcado el fin de 15 años de la marca en el prestigioso índice de las mayores empresas del Reino Unido.
Apenas un mes antes, la marca había anunciado el despido de su director general, Jonathan Akeroyd, quien ocupó el cargo por menos de dos años. Su salida fue consecuencia de otro trimestre decepcionante en ventas, con una caída del 20%. No obstante, estos desafíos, tanto financieros como estratégicos, no han hecho mella en la creatividad inherente de su director creativo, Daniel Lee, que presentó una colección enraizada en su legado británico.
La energía tosca pero delicada de la propuesta fue reforzada por el trabajo del artista británico Gary Hume, quien creó un set que dialogaba con la arquitectura brutalista del Teatro Nacional. Hume, conocido por su enfoque minimalista, describió el proceso de crear arte como «siempre estar observando y luego siempre creando», un mantra que también parece aplicarse a la visión creativa de Daniel Lee en Burberry. La crudeza del espacio complementaba perfectamente las piezas sofisticadas de la colección.
Las prendas de lluvia, como los trenchs, se reinventaron en versiones recortadas y deconstruidas, confeccionadas en telas más ligeras como el popelin de seda y el lino. Estas elecciones evocaban un aire de libertad y frescura, también delicadeza; piezas perfectas para el verano. Otras, como chaquetas estilo botones o marinero, señalaban la maestría de Burberry en el mundo de la sastrería.
El uso de materiales desgastados reflejaba la conexión con el aire libre. Las capas y parkas, recubiertas para protección, ofrecían un aspecto envejecido, inspirado en la larga historia de innovación en tejidos de Burberry. Los cuadros, un elemento icónico de la marca, adornaron chaquetas, pantalones y bolsos confeccionados en lino, algodón y cota de malla, rindiendo homenaje a su herencia. En ellas, las faldas largas en tonos vibrantes, incluso pasteles y los vestidos adornados con lentejuelas metálicas en oro y lila introdujeron un toque de brillo a la sobriedad del espacio, mientras que los pantalones cargo, funcionales y protectores, mantenían la tendencia hacia lo práctico.
Los accesorios no pasaron desapercibidos. Los robustos zuecos y mocasines de hombre, suavemente construidos, contrastaron con los delicados tacones Twine y las sandalias de punta abierta, que añadían un toque femenino. Los bolsos, inspirados en la vida al aire libre, presentaron el clásico cuadro de Burberry en cuero texturizado y gamuza, con un enfoque en la practicidad y el diseño.
Daniel Lee ha demostrado una temporada más, dentro de las posibilidades existentes en un escenario delicado para Burberry en materia financiera, que la casa inglesa por excelencia sigue comprometida con las artes, ejemplo de ello es el lugar elegido, la colaboración con el artista y también la paleta de color utilizada esta temporada, en la que el diseñador se ha animado a experimentar con tonos más alegres.
Así vivimos la Semana de la Moda de Londres junto a Pull and Bear.
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