En la que es ya su tercera colección para la casa, Daniel Lee sigue elevando a máxima potencia los iconos de Burberry.
La herencia y la tradición son dos valores super importantes para cualquier casa de moda que se precie. Sin ellas, su historia no puede continuar, quedando relegada a un segundo plano entre un sinfín de tendencias que van y vienen. Pero, ¿cómo continuar la tradición sin caer en la monotonía, la obsolescencia y el aburrimiento absoluto? Daniel Lee tiene la respuesta. Con el ingenio que le caracteriza, da vida a una nueva colección que no solo respeta el legado de Burberry sino que lo eleva a una nueva expresión del lujo británico, perfectamente adaptada a los tiempos que corren.
En su tercer desfile como director artístico de Burberry, el que un día fuera la cabeza creativa de Bottega Veneta, continúa con la tradición de erigir una enorme carpa en alguno de los parques emblemáticos de Londres. Esta vez era el turno de Victoria Park, en una atmósfera tenue. La enorme carpa repleta de grava verde cobijó en la oscuridad de la noche a asistentes icónicos como Anna Wintour, el ya habitual de Burberry Skepta, Central Cee, la estrella de Saltburn Barry Keoghan, Peggy Gou o Lila Moss, que tomaron asiento en enormes pufs de piel de oveja. Noami Campbell también hizo acto de presencia, pero caminando por la pasarela con un vestido de flecos color antracita decorado con perlas, como si de un musgo andante se tratase.
La melancolía de “You Know I’m No Good” de Amy Winehouse inunda el espacio. Daniel Lee teje a su ritmo los paisajes de Inglaterra en cada puntada y detalle. Los emblemáticos símbolos de Burberry se transforman en una amalgama de forma y textura, evocando una sensación de calidez y confort, proporcionada por las prendas de abrigo que son protagonistas de la temporada. En una paleta donde predominan los tonos tierras y verde vegetación, cada prenda está impregnada de la esencia de los paisajes británicos y la gente que habita en ellos, desde las llanuras verdes de Irlanda hasta los acantilados escarpados de Cornwall.
Los abrigos se convierten en un santuario de confort y estilo, donde las clásicas gabardinas de Burberry se reinventan en piel de topo y lona resistente; la piel de oveja, los flecos trenzados y la lana se convierten en elementos esenciales de las prendas, que acunan y protegen, recordándonos que el londinense necesita estar preparado para cualquier imprevisto climático del día a día. Las técnicas ancestrales de la isla británica se entrelazan con la visión moderna de Daniel Lee, que incorpora la herencia de Burberry en cada detalle: bolsos y zapatos adoptan los motivos icónicos de la casa inglesa, desde las emblemáticas fundaciones hasta el majestuoso Caballero Ecuestre.
Las bufandas, las capas y los cuellos y puños peludos se convierten en escudos contra el viento y la lluvia. En otros lugares, los cuellos se abren y dejan ver el pecho de hombres y mujeres, al igual que los pantalones de cremallera dejando ver las rodillas, dejando patente la danza de la vestimenta exterior e interior, que se entrelaza para crear un estilo fácil y práctico sin sacrificar un ápice de clase.
Al reclutar a Daniel Lee, Burberry pretendía reforzar su estatus y devolverla al puesto que ocupaba como una de las indispensables de la semana de la moda londinense. En esencia, Lee ha estado haciendo exactamente lo que fue contratado para hacer: hacer de Burberry la marca de los británicos. Y aunque Gran Bretaña sea una mezcolanza de identidades que hagan difícil articular sus rasgos en una sola propuesta, Lee nos ha dado una temporada más una lección de verdadero estilo británico.
Echa un vistazo al desfile Burberry Primavera/Verano 2024 aquí.
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