Courrèges cierra el año con una campaña que podría haber salido de un experimento entre escultura moderna y cine en blanco y negro. Sam Rock convierte el cuerpo en arquitectura y las prendas en cortes de luz: nada sobra, nada distrae. Ni rojo, ni dorado, ni espíritu festivo. Esto va de líneas, siluetas y formas que Courrèges maneja mejor que nadie.
Las imágenes funcionan como pequeñas performances: la modelo apoyada sobre una esfera blanca que parece un planeta privado, un dress negro recortando el fondo como si fuese un símbolo, unas bailarinas convertidas en extensión del cuerpo, un bolso que flota en tensión con el gesto. Todo está limpio hasta el límite, pero nunca vacío. Es minimalismo con intención, no con aburrimiento.
La ropa responde a ese mismo lenguaje. Vestidos cortados con precisión, aberturas geométricas que parecen dibujadas por láser, pantalones que siguen la curva del cuerpo, pieles brillantes… Courrèges consigue algo difícil: que el look parezca simple cuando en realidad todo está medido al milímetro.
No hay narrativa navideña porque no la necesita. La campaña se siente más como una obra de arte que como un despliegue con objetivos comerciales. Un recordatorio de que la marca vive en ese punto exacto donde el futuro y la visión que un día tuvo André Courrèges se encuentran.
La colección y los accesorios ya están online y en boutiques. Para quien quiera despedir el año sin lentejuelas—solo con claridad, con forma, y silueta.
Sigue toda la información de HIGHXTAR desde Facebook, Twitter o Instagram
Podría interesarte…