Un viaje físico, sensorial y emocional que transformó la pasarela en un tablero a escala humana del juego Serpientes y Escaleras.
Bajo el cielo abierto de la capital francesa, justo cuando el sol comenzaba a ponerse, y frente a la geometría brutaliza del Centre Pompidou, Pharrell Williams volvía a trazar las coordenadas del lujo contemporáneo con su colección masculina SS26 para Louis Vuitton. Pero esta vez, el mapa apuntaba al sur de Asia, concretamente a la India. Así, consiguió recuperar una ancestral metáfora india del ascenso, el riesgo y la fortuna, para reinterpretarla en clave dandy de la mano del arquitecto Bijoy Jain y el Studio Mumbai.
Como cada temporada desde que el creativo tomó las riendas de Studio Homme, el show fue mucho más que moda. Fue un ejercicio emocional donde la herencia asiática se entrelazó con el savoir-faire europeo y la esencia parisina. Con Beyonce, Jay-Z, Wembanyama, Karol G, Jules Koundé, PinkPantheress, Gabriel Moses, Spike Lee, Emilio Sakraya, Pusha, T, Omar Sy y Tyshawn Jones (entre muchos otros) ocupando el front row, la tensión entre tradición y actualidad vibró con intensidad a través de una atrevida banda sonora original compuesta y producida por el propio Pharrell, e interpretada por Voices of Fire and l’Orchestre du Pont Neuf.
La sastrería solar, suavizada por el tiempo y el tacto, volvió a desdibujar los límites de género y geografía, como si cada look hubiera viajado kilómetros, absorbiendo la luz del desierto, el polvo de la ciudad y el color de los mercados. Todas las prendas poseían una gran carga emocional, como si hubieran sido vividas.
La influencia india se filtró sin caer en el cliché, a modo de detalles en forma de degradados, en el layering de tejidos, en los cortes suaves y en las siluetas relajadas. El marrón reemplazó al índigo en un denim que hablaba más de memoria que de juventud.
Y en un entrañable guiño a la historia de Louis Vuitton, Pharrell recuperó el motivo gráfico que la Maison diseñó en 2007 para la película de Wes Anderson The Darjeeling Limited. Maletas, bolsas, zapatillas y chaquetas incorporaron esta nostalgia excéntrica que tan bien encaja con la sensibilidad actual del lujo narrativo. Porque además de devolver a escena uno de los momentos más cinematográficos de LV, esta colaboración también sirvió como hilo conductor de una propuesta profundamente emocional.
En cuanto a los accesorios, el director creativo afinó su visión con una precisión impecable. Los bolsos Speedy P9 -declinados en cocodrilo pastel, cuero envejecido y hasta tejidos inspirados en el árbol de la vida- se consolidaron como piezas de deseo inmediato. Las LV BUTTERSOFT, con su tacto imposible, y las botas de montaña Remix, coronadas con piedras preciosas, acapararon todas las miradas.
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