Vivimos en una época donde lo instantáneo parece haber desplazado lo auténtico. En el terreno emocional, esta lógica se manifiesta con hombres que aceleran la conexión, proyectan vínculos futuros, y justo cuando todo parece adquirir densidad… desaparecen. Sin hacer ruido. Sin despedida.
No es que el ghosting sea una novedad. Lo que ha cambiado es su prólogo. Ya no se trata simplemente de un enfriamiento progresivo o una desconexión evidente. Hoy, muchos hombres optan por sobrecargar emocionalmente el vínculo justo antes de huir. Te presentan a sus amigos. Te prometen viajes. Te hablan de hijos. Te dicen que nunca se han sentido así. Y entonces, el silencio.
Este fenómeno —tan desconcertante como frecuente— ha sido parodiado en redes por creadores como Jean-Luc Lukunku. Lo que comenzó como sátira se convirtió rápidamente en espejo colectivo. “Lo salvaje es cuánta gente dice: ‘eso me pasó exactamente a mí’”, comenta. Porque sí, se ha vuelto una constante: compartir un momento íntimo, hacer planes a futuro, y luego cortar todo lazo como si nada hubiera ocurrido.
¿Qué está pasando realmente detrás de estas desapariciones? ¿Cómo es posible que una aparente conexión emocional tan potente se disuelva sin explicación?
Entre el impulso emocional y la evasión afectiva
Según Emma Hathorn, experta en relaciones del sitio Seeking, muchas veces no se trata de una mentira premeditada, sino de una emoción real que no se puede sostener. “Cuando un chico nos dice que somos increíbles, que ve un futuro con nosotras o que nunca se ha sentido así, es posible que no esté mintiendo. Podrían ser emocionalmente impulsivos”.
En otras palabras, lo que sentimos como manipulación puede ser, en parte, una incapacidad emocional para procesar la profundidad que se ha generado. Cuando la relación comienza a adquirir peso real, quienes tienen un estilo de apego evitativo se ven enfrentados a su mayor miedo: perder la autonomía, el control o el “juego”.
Y en una cultura que romantiza el desapego, donde mostrar interés verdadero se percibe como debilidad, huir se convierte en la opción fácil. “Tan pronto como exhibimos algo que se parezca a la emoción real, muchos eligen desvanecerse en lugar de mantener una conversación honesta”, añade Hathorn.
Pero hay algo más profundo aún. La psicología sugiere que este tipo de bombardeo amoroso exprés tiene un componente narcisista, aunque no siempre consciente. “Decirle a alguien lo especial que es, proyectar intimidad, hablar del futuro… todo eso nos hace sentir poderosos, deseables, incluso necesarios”, dice Hathorn.
Hathorn insiste en que el ghosting no es una consecuencia de lo que eres, sino un reflejo de lo que el otro no puede enfrentar. Aun así, podemos aprender a detectar señales. ¿Una de las más claras? El futuring: hablar de planes demasiado grandes demasiado pronto. Promesas de viaje, de convivencia, de “para siempre” en la segunda cita. “No suelen tener intención real. Es simplemente una venta emocional”, señala.
Otras red flags: cumplidos vacíos sin conocer quién eres realmente, comunicación inconsistente o gestos intensos que no se sostienen en el tiempo. “Si un día la conversación parece mágica y al siguiente te sientes emocionalmente descompuesta, probablemente no estás frente a una conexión sana, sino a una manipulación afectiva”.
Cuando alguien desaparece sin explicaciones, la herida va más allá del silencio. Es la pérdida de sentido, la autointerrogación, el vacío de una narrativa sin cierre. Pero vale la pena repetirlo: el ghosting no es una respuesta a lo que tú hiciste. Es una reacción a lo que el otro no sabe manejar.
Y quien opta por callar en vez de hablar, por huir en vez de confrontar, por fingir en vez de construir, no está preparado para compartir un vínculo real. No es alguien con quien quieras quedarte, por mucho que haya prometido quedarse contigo. Porque al final, las promesas sin acciones no son nada. Y tú, mereces algo más.
Sigue toda la información de HIGHXTAR desde Facebook, Twitter o Instagram