Rick Owens nos abre las puertas de su casa brutalista, literalmente, transformándola en una pasarela improvisada suspendida entre la oscuridad y la provocación para presentar su colección titulada ‘PORTERVILLE‘, en honor a su lugar de nacimiento.
La visión alternativa de la moda del californiano subvirtió una vez más los estándares del lujo con un desfile en el marco de PFW con el que volvía a sus orígenes, invitando a los asistentes a entrar en su distópica morada parisina. Una casa adosada de tres plantas en la Place du Palais Bourbon en la que vive con su pareja y musa Michèle Lamy.
En medio de esa casa brutalista y extravagante como telón de fondo de hormigón, arte y muebles diseñados por él mismo, sus modelos empezaron a transitar los diferentes espacios, vestidos con gigantescas botas hinchables -creadas en colaboración con Straytukay- unidas a conjuntos completos de cuero; mientras otros deambulaban enmascarados de una sala a otra.
Los guerreros de Owens
La colección FW24 de Owens canalizó el arte de la provocación, la inflación y exageración con looks extravagantes en XXL, bulbosos, artilugios hinchables y figuras en forma de jaula que envolvían las cabezas de los modelos apocalípticos. Una comunidad conectada por el oscurantismo intrínseco de la marca en un desfile que, como de costumbre, abrió Tyrone, esta vez sin camiseta; pero con jersey de manga larga alrededor de la cintura, un collar bulboso y unos pantalones hinchados en las pantorrillas.
Entre las piezas destacadas se encontraba asimismo un jersey extragrande con la palabra Porterville inscrita, confeccionada en base a la desproporción y la deformación, en sincronía estética con el resto de la colección. Un concepto que también construyó (o deconstruyó) su serie de puffers en forma de triángulo con costuras geométricas.
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