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Descubren el ‘interruptor’ que despierta las ganas de hacer ejercicio 

Investigadores españoles han descubierto qué proteínas se activan para estimular el deseo de hacer actividades físicas.

Descubren el ‘interruptor’ que despierta las ganas de hacer ejercicio 

En pleno mes de agosto empezó a circular por numerosos medios nacionales esta información: “Hallan/descubren el interruptor que despierta en las personas las ganas de hacer ejercicio”, “descubren un interruptor del deseo de hacer ejercicio” y un sinfín de variaciones del mismo titular. Este revuelo se ha debido al trabajo del equipo español publicado en la revista Science Advances y que podría servir de base para diseñar fármacos que predispongan al ejercicio y para elaborar planes de entrenamiento personalizados. Pero primero ¿En qué consiste este interruptor?

Este estudio ha observado que con la contracción intensa de los músculos, propia del ejercicio, se activan dos proteínas de una misma familia (la P38). La investigación muestra que ambas proteínas se regulan entre sí, de manera que el interés por realizar actividad física es mayor o menor dependiendo de cuánto se activa cada una. Además hay una tercera proteína implicada, la interleuquina 15 (IL-15), cuya producción está relacionada con la activación de las proteínas P38 a causa del ejercicio. La IL-15 tiene un efecto directo sobre la parte de la corteza cerebral que controla el movimiento, el córtex motor.

La interpretación de todos estos datos es compleja, así que resumirlo como que se ha encontrado el interruptor para que todos deseemos lanzarnos a hacer burpees es tentador, pero queremos transmitiros un poco de calma. Para ello contamos con el director pedagógico, Mario Muñoz, Doctor en Medicina del Deporte, Máster Universitario en Fisiología del Ejercicio y en Entrenamiento Personal, que nos advierte sobre algunas limitaciones y precauciones:

La argumentación de la investigación se centra únicamente en los aspectos biológicos/fisiológicos de la motivación para hacer ejercicio. Sin embargo, sabemos que la motivación es multifactorial, incluyendo también componentes psicológicos, sociales, ambientales, etc. La motivación inducida por un entorno favorable para la práctica deportiva (familia, amigos, pareja) puede ser un interruptor o un inhibidor del mismo mucho más poderoso que cualquier interacción proteica. Sabemos que la educación en cambios de hábitos y la ayuda psicológica es probablemente mucho más relevante que la búsqueda del “santo Grial” del ejercicio.

Si bien el estudio demuestra una asociación entre las proteínas musculares y la actividad cerebral, no puede establecer una relación de causalidad definitiva. Hacen falta (bastantes) más investigaciones para comprender la dirección y naturaleza de esa relación. Aún queda un largo camino por recorrer para traducir estos hallazgos básicos en aplicaciones prácticas para promover la actividad física en diferentes poblaciones. Se necesitan más estudios de intervención en humanos. En muchas ocasiones la significación estadística no se ve en la práctica, al igual que puede haber sucesos observables en la práctica que no tengan significación estadística en la investigación.

La mayoría de estudios sobre el tema son experimentales en ratones, parcial o totalmente, y los resultados no se tienen por qué extrapolar directamente a los seres humanos. Los mecanismos biológicos pueden diferir entre especies. Asimismo, queremos deja claro que el equipo investigador probablemente está exento de toda culpa en este sentido. Reducir la motivación al ejercicio a un «interruptor» simplifica en exceso un fenómeno muuuuuuy complejo. La realidad es que existen múltiples factores que influyen en la adherencia al ejercicio y en el tratamiento de la obesidad.

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