Victoire de Castellane, directora de Dior Joaillerie desde 1999, se complace en presentar su colección de Alta Joyería más extensa hasta la fecha.
Un sutil interludio entre el ayer y el hoy que rinde homenaje a sus veintiséis años de trayectoria, traducido en una exclusiva colección que reproduce la icónica toile de Jouy. De esta forma, Victoire de Castellane se ha centrado en este motivo de ensueño, expresión del art de vivre francés y símbolo del siglo XVIII, con el objetivo de recordar el impresionante éxito de Christian Dior. Y es que cuando Monsieur Dior amuebló su boutique original Colifichets, decidió recubrir las paredes, los mostradores e incluso el baldaquín con este tejido excepcional.
Las nuevas piezas de Diorama nos teletransportan hasta el jardín de Milly-la-Forêt, como si de un sueño se tratase, donde descubrimos la flora y la fauna del lugar a través de un paseo hipnotizador: un conejo dorado salta sobre un arbusto pavimentado con diamantes, dos búhos revolotean entre ramas adornadas con rubíes flamígeros y majestuosos cisnes nadan en un estanque de zafiros azules.
Es entonces cuando nos adentramos en la segunda historia, titulada Diorigami, donde descubrimos más sorpresas que cobran vida en forma de un collar, un anillo y unos pendientes, cuya elegancia realza esta suntuosa selección.
Todas y cada una de las excelentes joyas inmortalizan el savoir-faire y el virtuosisimo de los Ateliers de Dior, donde se estudian y llevan a cabo las técnicas más meticulosas como la glíptica, el grabado o la escultura de piedras preciosas. Los artesanos son los encargados de tallar los elementos, fijándolos uno por uno, creando así un auténtico Edén.
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