La constelación de plagios de Matthew Williams desencadena en una reflexión sobre los límites del homenaje en la moda. Algo que la policía virtual Diet Prada ha querido poner sobre la palestra: el robo a la identidad estética del difunto diseñador Benjamin Choo.
Las trenzas de seda envolviendo el cuerpo en diagonal, y creando un efecto de transparencia. Esas fueron algunas de las técnicas características de las que se apropió Matthew del diseñador coreano-americano, icono de la alta costura en los 80, para su última colección FW21 de Givenchy.
La acusación, lanzada originalmente por la ex modelo Athena Currey, estaba conectada directamente con la propuesta SS01 de Benjamin Cho. Una evidencia que los activistas de la moda han querido demandar.
Instagram se llenaba así de comentarios catárticos sobre esa publicación que comparaba un look de Givenchy de M.W con la obra de Cho. «Eras entonces, como lo eres ahora, @matthewmwilliams, un sociópata tóxico sin moral ni escrúpulos», rezaba uno de los usuarios.
La modelo Currey, que ha desfilado en prácticamente todos los desfiles de Cho, quiso subrayar la relación entre su amigo y Williams. «Incluyo fotos de ellas porque es importante que sepáis que se conocían», decía el pie de foto. «No hay ningún becario sin rostro sacando imágenes como alguien supuso».
Tras esa publicación, el director creativo de Givenchy intentó desviar la atención del asunto, diciendo que ayudó a Cho al principio de su carrera, y que el vestido era simplemente un “homenaje”. En este sentido, el editor de moda de Paper Magazine, Mario Abad, quiso apuntar que Cho no había sido mencionado en el comunicado de prensa, así como en ningún artículo sobre la colección.
El Givenchy de Matthew Williams está así sumergido en un mar de controversias, por sus constantes apropiaciones estéticas, que van desde K. Tyson Pérez a Alexander McQueen. Unas que nos invitan a cuestionarnos el verdadero papel del director creativo, y de los “homenajes” que se remontan a los orígenes de la moda como tal. Infinidad de episodios que tratan este asunto en una era de sobre-estimulación, y de empresas internacionales sustrayendo conceptos a diseñadores independientes. ¿Dónde están aquí los límites?
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