El ascenso de Carlos Alcaraz es tan meteórico como su Rolex de meteorito

Texto de Ana Franco

Si Carlos Alcaraz es supersticioso, no se quitará nunca el Rolex que le ha acompañado en algunos de los hitos de su aún incipiente carrera deportiva. Porque le da suerte. El tenista, que en 2022 se alzó con su primer título de Grand Slam, el Abierto de Estados Unidos, batió al año siguiente en Wimbledon al serbio Novak Djokovic en la final. Y lo celebró con un Cosmograph Daytona de oro, el mismo que se ciñó ayer justo antes de recibir la Copa de los Mosqueteros que le acredita como vencedor de Roland Garros 2024. Una hazaña la suya, a sus 21 años, y un triunfo más para la suiza Rolex, que echó un ojo al murciano y lo convirtió en su embajador a principios de 2022.

Carlitos se unió entonces a una larga lista de tenistas que han marcado época con la enseña de la corona detrás de ellos, como Roger Federer, Rod Laver, Björn Borg y Jim Courier. También a Chris Evert, Garbiñe Muguruza e Iga Świątek, quien el sábado 8 de junio consiguió su cuarto título individual femenino en la arcilla roja de París. La relojera mantiene su asociación con este deporte desde hace más de 40 años (es cronometradora oficial de Wimbledon, el torneo de tenis más antiguo, desde 1978), apoyando a los principales eventos y a sus estrellas más competitivas. En cuanto sus responsables detectan que un tenista derrocha potencial, allí están para ayudarle.

Alcaraz, llamado a nobles gestas desde que era un crío por su juego fresco, sorprendente y sobrado de recursos, siempre viste Rolex en entrevistas, eventos y ruedas de prensa. También inmediatamente después de finalizar un encuentro. Para envidia de quienes tienen ojo avizor, últimamente es un cronógrafo Cosmograph Daytona, uno de los iconos más codiciados de la alta relojería.

Tras su victoria ayer en Roland Garros (la primera), Carlos volvió a elegir uno de los Daytona más exclusivos, el Meteorite, porque su esfera se ha fabricado con una “rebanada” de un meteorito que muestra la estructura interna del cuerpo celeste. El reloj en cuestión, automático, no se halla en el catálogo actual de la firma, que se puede consultar en su web. El precio de su versión de oro amarillo con bisel de cerámica negro y brazalete Oysterflex puede alcanzar los 100.000 euros. Es tan único y extraterrestre como el campeón de El Palmar.