La era post-sneaker parece haber entrado en el sistema de la moda mediante un estado de crisis y decadencia, pero aún sumamente distante de la obsolescencia y de la resignación por parte de las marcas de lujo.
La cultura sneaker pasó de provocar un sentimiento colectivo de amor u obsesión, a transformarse y evolucionar hacia un lugar quizás más marginal o secundario catalizado por el comeback del zapato formal. Una nueva corriente o giro de guion sincronizado con la explosión de la burbuja streetwear, y de toda esa sobrecarga de colaboraciones en la esfera high-end.
A pesar de ese declive impulsado por la constante expansión de siluetas como los mocasines, las botas, slip-ons o zuecos en infinidad de formatos, según un reciente informe de BoF Insights, las sneakers siguen representando alrededor de un 55% del surtido de calzado de las marcas de lujo.
En este sentido, según la misma cabecera, que recoge los datos de Euromonitor, “las ventas mundiales de zapatillas alcanzaron un total de 152.400 millones de dólares en 2022, lo que refleja un aumento de las ventas del 2,7% respecto al año anterior, pero una drástica desaceleración en comparación con el repunte del 19,5% registrado en 2021.” Ahora, hasta 2027, se pronostica un crecimiento de la tasa media anual de la categoría del 3,6%.
EL DECLIVE DE LA SNEAKER
Las zapatillas se sumergen así en un estado de ralentización provocado por factores como las fluctuaciones de un mercado chino cada vez más nacionalista e inclinado a invertir en marcas autóctonas. Se suman asimismo los problemas de suministro e inventario a los que se han visto sometidas marcas de culto en el sector como Nike o adidas, que tendrán que hacer frente al exceso de existencias y a la pérdida de relevancia de modelos como la Dunk o Air Force 1.
MERCADO DE LA REVENTA
El mercado de reventa de sneakers entra, de igual forma, en una especie de espiral decadente en la que retailers como StockX experimentan ese descenso. Un estado de sordidez en el que se han visto asimismo sumidos los diseños de raperos y sus colaboraciones, que están ahora muy lejos de ese fervor y hype original que encumbraba sus sneakers, y canalizaba sus sold-outs de manera frenética.
La discordia y ruptura entre adidas y Kanye West tuvo asimismo un impacto negativo en el mercado de la reventa y en el de la marca. Aún así, la firma alemana cuenta con la dirección del nuevo CEO, Bjørn Gulden, y con colaboraciones codiciadas como la de Fear of God Athletics que llegará a finales de año. Sin embargo, Nike, a pesar de haberse enfrentado a problemáticas en la producción o en el exceso de inventarios de mercancía, terminó el año positivamente con un aumento de sus ingresos globales de un 17%, con los que alcanzó los 13.000 millones de dólares a finales de noviembre.
Dentro de este nuevo escenario evolutivo, marcas especializadas como Salomon, Mizuno, Asics o New Balance están erigiéndose y posicionándose en el escaparate global a medida que los consumidores buscan alternativas a las sneakers de basket, y las colaboraciones son cada vez menos vendibles.
Es por ello que las marcas están canalizando su energía y poder en nuevas estrategias en medio de un mercado mucho más controlado, y un público cada vez más consciente que ya no se deja eclipsar por los cash-grabs y/o los precios desorbitados marcados por la exclusividad. Se ha visto así que los modelos que si han sobrevivido, e incluso ganado infinidad de adeptos, no son las grandes colaboraciones de diseño, si no aquellas siluetas clásicas como las Samba, proyectando una nueva era aún abstracta e indefinida para el footwear.
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