The Substance no es solo una película sobre el paso del tiempo, sino una reflexión visualmente sublime sobre el envejecimiento, la identidad y la memoria. A través de una narrativa cargada de matices, la obra utiliza el maquillaje como una herramienta poderosa para explorar y exponer la transformación interna del personaje principal. Más allá de ser un simple recurso estético, el maquillaje en The Substance se convierte en un código visual que define y reconfigura a Elisabeth, interpretada por Demi Moore.
Desde el primer momento, el uso del maquillaje en The Substance no pasa desapercibido. Cada labial, cada elección de tono, no solo responde a las convenciones de la belleza, sino que se alinea perfectamente con los cambios emocionales y psicológicos que vive Elisabeth. En su búsqueda por redescubrir su juventud, la protagonista opta por productos de alta gama, como el aceite labial de Dior, una elección que, a simple vista, parece trivial, pero que está cargada de una intención profunda. Este momento, que parece tan simple, se vuelve una metáfora visual sobre la lucha contra el paso del tiempo y la obsesión por revertirlo.
La escena en cuestión, que se viralizó en TikTok, generó un debate entre la Generación Z y la Generación Alpha. La elección del aceite labial de Dior no es una casualidad: representa ese deseo por rejuvenecer, por aferrarse a una imagen más fresca, más vibrante. Es un gesto cargado de nostalgia por lo perdido y de deseo por lo que ya no se puede recuperar. A través de este detalle, el maquillaje se convierte en un reflejo de las inseguridades que todos, en mayor o menor medida, enfrentamos al confrontarnos con el envejecimiento.
A medida que la trama avanza, Elisabeth experimenta una transformación radical: de sentirse atrapada en su versión más madura, pasa a aceptar su identidad más joven, un cambio profundo que se refleja en sus elecciones cosméticas. En un giro narrativo clave, Elisabeth, en su versión rejuvenecida, escoge un lápiz labial de Charlotte Tilbury, una marca más asociada a una estética madura y sofisticada. Este cambio ilustra cómo el personaje, al aceptar su nueva realidad, comienza a valorar lo que le resulta cómodo y familiar, dejando atrás las máscaras de juventud forzada.
Lo que destaca en The Substance es la manera en que el departamento de utilería ha logrado transformar productos cosméticos en vehículos narrativos. El maquillaje, más que un simple accesorio, es una extensión de la psicología del personaje. Cada color, cada textura, cada elección de marca está meticulosamente pensado para aportar una capa extra a la historia que se cuenta. No se trata solo de ver a Elisabeth aplicarse un labial, sino de entender cómo esa acción forma parte de su proceso de aceptación y transformación personal.
La película juega con la dicotomía entre la juventud deseada y la madurez aceptada, utilizando el maquillaje como una forma de representar esta lucha interna. El maquillaje en The Substance no es una herramienta de embellecimiento vacío, sino una poderosa forma de comunicación emocional que habla tanto de la superficialidad como de lo profundo. Es un recordatorio de cómo, a lo largo de la vida, nos vemos obligados a navegar entre lo que deseamos ser y lo que somos realmente.
En The Substance, el maquillaje es un reflejo del paso del tiempo, no como una máscara para ocultarlo. La elección de productos cosméticos, lejos de ser una mera cuestión de estilo, se convierte en un símbolo de aceptación, vulnerabilidad y autocomprensión. Cada maquillaje no solo es una acción estética, sino una declaración personal: un grito silencioso que invita al espectador a cuestionar qué es lo que realmente define nuestra identidad en un mundo obsesionado con la juventud eterna.
El truco está en cómo, a medida que Elisabeth transita entre su yo actual y su versión rejuvenecida, el maquillaje actúa como un espejo de su psique. Mientras se aferra a su yo presente, busca borrar las huellas del tiempo, gravitando hacia los productos de belleza que más resuenan entre las nuevas generaciones. Sin embargo, cuando se reinventa, abandona esa necesidad de ocultar. La elección de los cosméticos, no solo refleja una transformación estética, sino una reconciliación con su verdadera identidad.
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