Kering ha atravesado un 2024 convulso, marcado por una caída del 40% en el valor de sus acciones, una cifra alarmante, pero que, curiosamente, comienza a dar paso a una tímida recuperación. Los números no mienten: ingresos anuales de 17.200 millones de euros, un descenso del 12% que deja claro el peso de la tormenta que ha sacudido al conglomerado. Y, en el centro de todo, la fragilidad de su buque insignia, Gucci. Aunque la caída en el cuarto trimestre se moderó, con 4.390 millones de euros, los daños son evidentes, pero las señales de esperanza emergen entre las grietas.
El epicentro de la crisis es Gucci, cuya caída orgánica del 24% en el cuarto trimestre, y un 21% interanual, ha arrastrado a la marca hasta los 7.700 millones de euros en ingresos. Sin embargo, Kering no ha dejado de trabajar en la reconstrucción de sus canales multimarca. Una jugada que reduce a la mitad las ventas de estos puntos, pero tiene el potencial de estabilizar el rumbo de la marca. Las colecciones de marroquinería y bolsos, sobre todo en Norteamérica y Asia-Pacífico, han mostrado signos de revitalización, mientras que la dependencia de los outlets parece estar bajo control, representando solo un 15% de sus ventas.
Saint Laurent no ha salido indemne del golpe, con una caída del 9% en sus ingresos y un 35% menos en su canal mayorista. Sin embargo, la marca ha mantenido su esencia, y su marroquinería sigue funcionando como un salvavidas. A pesar de la caída, la marca ha demostrado ser capaz de gestionar la tormenta con un margen operativo recurrente del 20,6%, consolidando su posición en un mercado cada vez más desafiante.
Por su parte, Bottega Veneta ha sido una de las pocas joyas que ha brillado en el caos. Con un crecimiento del 4% en ingresos y un sólido aumento del 12% en el cuarto trimestre, la marca ha demostrado que la exclusividad y la artesanía siguen siendo sus armas más poderosas. Con una fuerte presencia en América del Norte y Europa Occidental, Bottega Veneta ha conseguido mantenerse en pie, con un margen operativo del 14,9% que resalta su fortaleza.
El conglomerado de lujo también ha visto avances en algunos de sus activos menores, como Balenciaga, Alexander McQueen y Boucheron, que juntos reportaron 3.200 millones de euros en ingresos. A pesar de la caída general del 7%, Balenciaga ha brillado en el segmento de la marroquinería, mientras que Alexander McQueen, en plena transición creativa, aún tiene un largo camino por recorrer. Las joyas, especialmente Boucheron, se han posicionado como un área sólida, pero el grupo también ha sufrido una pérdida operativa recurrente de 9 millones de euros.
Una de las grandes apuestas de Kering ha sido la división Kering Eyewear, que ha registrado un aumento del 24% en sus ingresos, alcanzando los 1.900 millones de euros. Este crecimiento ha sido clave para diversificar las fuentes de ingresos del grupo, con un ingreso operativo recurrente de 277 millones de euros, un indicio claro de que la marca sabe cómo apuntalar sus activos más allá del lujo tradicional.
En conjunto, Kering ha visto una caída del 46% en sus ingresos operativos recurrentes, totalizando 2.550 millones de euros, mientras que el margen operativo recurrente ha caído al 14,9%, frente al 24,3% del año anterior. Sin embargo, el beneficio neto atribuible al grupo se situó en 1.130 millones de euros, con un beneficio por acción de 9,2 euros, una cifra que, aunque positiva, no logra ocultar la magnitud de los desafíos.
La crisis de Kering no es catastrófica, pero la recuperación será una danza entre la restructuración, la selección de inversiones y la optimización de costes. Gucci tendrá que reconstruir su imagen, mientras que el conglomerado deberá fortalecer las marcas que han mostrado resiliencia, como Bottega Veneta y Kering Eyewear. Kering tiene los recursos y la capacidad de salir adelante, pero, por ahora, el panorama sigue siendo incierto. La transformación está en marcha, pero el futuro sigue siendo una apuesta arriesgada.
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