El streetwear como la nueva edad de oro, el underground como subcultura que encontró el amor y la inspiración en la calle volcada en el estrado de la moda, el hip hop de los 60 o la fuerte obsesión por las referencias urbanas de los 90 y 2000 ahora en una sobredosis colectiva. Pero espera, ¿estamos hablando de cultura global o de marketing?
La moda del s. XXI y la comunidad street han ido inflando una burbuja enorme que incluye todos los aspectos de la vida: música, películas, series, documentales, ropa o medios que han ido especializándose cada vez más en el asunto urbano como Hypebeast o Highsnobiety. Por no hablar de la fiebre súper loca por las sneakers – o sneakerheads-, de las colas infinitas para pillar los nuevos drops de Supreme o los foros street sobre nuevos lanzamientos.
Es decir, algo que surgió como una subcultura que venía de la calle, del hip hop, de las nuevas olas del punk, pasó de ser precisamente eso, una cultura arraigada a un producto comercial a la par que el trap o el rap. De hecho, firmas haute couture muy aisladas a la movida, como Louis Vuitton, Prada o Gucci fueron de las que más explotaron su visión street en la industria. Y es que, hablamos de una burbuja de dos décadas de desarrollo cuyo crecimiento está llegando a lugares infinitos, en una forma de histeria masiva alimentada por la publicidad y el marketing en la que todo el universo se ha fusionado en un mismo asunto.
Así, el streetwear, aquello que existía fuera de los sistemas de la moda o las finanzas, se define ahora como una cultura fresh, en algo que crea sentimiento de familia y comunidad: algo que se repite en bucle por todas las firmas. Este movimiento ha prendido todo el sistema gracias a una producción sencilla que depende sobretodo de las gráficas, la serigrafía y la logomanía (incluso las de las fake brands). Pero ¿cómo se obtiene el resultado del éxito? unas triple S de Balenciaga por 750€ hechas en China en base a una producción esclavizada y precaria. ¿Realmente es ético el asunto?
El hecho de que se hayan eliminado las barreras de las temporadas estacionales gracias a los drops ilimitados produce ahora infinitas ganancias para las firmas que se lucran de la cultura, en la que las inicialmente sporty como Nike, Adidas o Fila suben sus precios hacia lugares desorbitados y las que no lo eran se suman al panorama street. Pero, ¿llegará a su fin el streetwear cual burbuja económica mundial? ¿Está ya en un período de crisis? ¿Se acabará el praising for the lords Supreme, Balenciaga, Vetements, Off-White o Bape?
Después del triunfo en la industria, ¿qué viene después de esta fase de éxito? ¿cuanta vida le puede quedar a algo que ya ha explotado? En un movimiento en plena sobreinflación del producto, con muchas firmas en las que la demanda no satisface la oferta con exceso de inventario o caída de beneficios, o incluso de discrepancias entre precios entre StockX o eBay. De esta forma vemos como este nuevo paradigma ha pasado, al menos, por dos o tres de las fases de especulación, de una burbuja que puede estallar con facilidad: 1. auge, 2. éxtasis, 3. toma de ganancias (aquellos inversores que quieren salir de la movida street) y la de pánico final.
El asunto está en que, al no saber que pasará, es interesante hacer una reflexión desde los inicios del movimiento hasta ahora, en mirar atrás y ver en lo que se ha convertido el streetwear: algo muy loco e infinitamente comercial en la que los precios desorbitados y la sobreproducción se están comiendo el sistema. Así, el ciclo podría estar cerrándose y llegando a su fin al igual que el bitcoin o el trap que se encuentran en alerta máxima.
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