Pocas ficciones contemporáneas han sabido capturar el colapso emocional y estético de una generación como Euphoria. Ahora, con la tercera temporada en el horizonte, Sydney Sweeney nos anticipa que lo que está por venir no solo será más extremo, sino también más honesto, más humano y más oscuro.
La actriz habló sobre su vínculo casi visceral con Cassie Howard, ese arquetipo postmoderno de la obsesión romántica y la disociación emocional: “Cassie ocupa un lugar especial en mi corazón. Está completamente desbordada, toma decisiones erráticas, pero todo nace desde una necesidad profunda de amar… aunque a veces sea una versión rota del amor”.
Esa ambigüedad es precisamente lo que convierte a Cassie en un ícono emocional y estético. Sweeney, lejos de intentar ‘salvarla’, quiere llevarla aún más lejos: “Sam [Levinson] es brillante para eso. Le digo: ‘Vamos a hacerlo más salvaje’, y él simplemente responde: ‘Lo adoro’. Esta temporada está completamente descorrada”.
Cuando se le preguntó si efectivamente la serie escalaría en intensidad, respondió sin filtros: “Sí”, soltando una carcajada que ya lo decía todo.
Pero más allá del drama emocional, la temporada 3 introduce un movimiento narrativo: un salto en el tiempo de cinco años. Ya no estamos en los pasillos fluorescentes del instituto: los personajes se enfrentan ahora a dilemas reales, con cuerpos y almas desgastados por el paso del tiempo y la erosión de sus decisiones.
El rodaje arrancó este año y el estreno está previsto para 2026. Lo que viene no es una simple continuación: es una evolución narrativa y estética. Una madurez forzada, embellecida por el trauma y empapada de una nueva intensidad visual.
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