Durante tres días, Maximilian Davis exploró junto a Juergen Teller la ciudad, buscando momentos cotidianos pero placenteros, como el simple hecho de comerse un helado. En la campaña, a Raquel Zimmermann, quien encarna una belleza renacentista contemporánea, la acompañan otros amigos de la marca como Peter Saville, Lina Zhang y Maïa Tellit Hawad.
El viaje de regreso a casa de Ferragamo comienza en el Palazzo Spini Feroni, sede de la marca desde la década de 1930. El edificio, que también alberga el Museo Ferragamo, representa con el vínculo de Ferragamo una combinación de tradición histórica e innovación en el ámbito de la moda, ayudando a mantener viva la herencia cultural y artística de Florencia. Después, David y Teller se acercaron a la Loggia dei Lanzi y el Caffè Rivoirie, La Galleria Romanelli y El Palazzo Corsini, que alberga en sus interiores obras de maestros como Caravaggio, Botticelli y Rubens.
Para Maximilian Davis, en esta campaña, se trataba de ahondar en la profunda conexión entre Ferragamo y Florencia, una relación que considera fundamental para la identidad de la marca. “Ferragamo y Florencia hablan el mismo idioma, comparten la misma historia, así que quería volver al inicio de la historia,” explica él. Y también se trataba de celebrar la coexistencia de lo ordinario y lo extraordinario, de la historia y la modernidad: “En el tiempo que vivimos, eso es lo que la gente busca, a mí me interesa observar a personas reales en Florencia y cómo lucen Ferragamo.”
Cada lugar fotografiado encarnan una atmósfera ideal para que el hombre y la mujer Ferragamo se muevan con facilidad en su vida diaria. Un buen homenaje a la ciudad que ha sido su hogar y fuente de inspiración durante décadas.
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