Yoshitomo Nara es uno de los artistas más célebres de su generación. Su obra es ampliamente reconocida por las audaces y caricaturescas figuras infantiles de gran cabeza y ojos grandes tan fascinantes como en ocasiones amenazadoras, desafiantes e insolentes, o melancólicas e inseguras, que con el paso del tiempo se han vuelto cada vez más serenas y reflexivas. Si bien Nara no obtuvo una aceptación inmediata en el mundo del arte, su innovador estilo gráfico está plenamente consolidado en la actualidad.
Los personajes de Nara —sus figuras, animales y seres híbridos— son un reflejo de sí mismo, una representación plástica de sus emociones y pensamientos más íntimos, y muestran la profundidad de su humanismo. Las fuentes de su creación son recuerdos de infancia —grabados a fuego en su memoria—, su conocimiento de la música y la literatura, la historia del arte japonés y europeo —enriquecida por su insaciable curiosidad—, así como los estimulantes encuentros, llenos de empatía, que ha mantenido con personas y culturas en sus viajes por Japón y el extranjero.
Conocido por su actitud desenfadada y su espíritu libre, el artista siempre ha sentido pasión por la música folk, rock y punk underground. Desde su profunda implicación con la humanidad y la sociedad, su obra, comprometida con el mundo que compartimos, examina y propone ideas acerca de cuestiones como el hogar, la comunidad, la naturaleza, el medioambiente y las interrelaciones entre estos ámbitos.
Nacido en 1959 en las afueras de Hirosaki, en el norte de Japón, Nara estudió pintura en la Universidad de Bellas Artes de Aichi. A finales de la década de 1980 se trasladó a Alemania para asistir a la prestigiosa Kunstakademie de Düsseldorf. Permanecería en aquel país doce años, durante los cuales continuó desarrollando su singular lenguaje pictórico. En 2000 regresó a Japón, donde sigue viviendo y trabajando en la actualidad. Su arte guarda una relación directa con su propia historia y experiencias vitales. Nutren el corazón de su obra los imborrables recuerdos de su infancia en Japón —sobre todo la sensación de soledad— y de su estancia en el extranjero, con la habitual impresión de aislamiento que conoció en Alemania, al no hablar el idioma del país.
Esta retrospectiva no está organizada cronológicamente, sino que Nara la ha estructurado expresamente por temas con el fin de revelar sus claves personales y emocionales al objeto de transmitir su razón de ser como artista, así como las ideas que le interesan y resultan fundamentales en su proceso creativo: cuestiones recurrentes, el desarrollo de su enfoque formal y la variedad de técnicas.
La muestra nos sumerge en el sugerente “Mundo de Nara” a través de una serie de piezas que abarcan las cuatro últimas décadas. Original y persistente, la iconografía de Nara ilustra bien la continuidad de pensamiento que ha mantenido a lo largo de toda su carrera y permite poner de relieve su evolución estilística. Aunque Nara se considera principalmente un pintor, explora cada tema recurriendo también a otros medios y formatos, como el dibujo, la escultura y la instalación.
Comisariada por Lucía Agirre y presentada por la Fundación BBVA, la exposición se extiende hasta el 3 de noviembre de 2024.
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