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¿Ha eclipsado la viralidad del show la ropa en la pasarela?

Cuando la viralización del show se convierte en lo verdaderamente sustancial en las Semanas de la Moda, más allá de las colecciones en sí.

Cuando la viralización del show, o de esa eterna búsqueda de la influencia desmesurada por capturar la mirada colectiva, se convierte en lo verdaderamente sustancial en las Semanas de la Moda, más allá de lo material, de la ropa o de las colecciones ideadas.

En tiempos de sobreestimulación estética y visual, captar la atención del espectador se convierte en una tarea ardua y laboriosa que debe respaldarse mediante un concepto disruptivo o una historia divergente que trascienda el plano de la realidad material, para conectar con la emocional. En una idea que provoque reacciones que desactiven la insensibilización general a la que estamos sometidos, como evidenció Coperni con su vestido escultural pintado con aerosol en su desfile SS23.

La última edición de las Semanas de la Moda han vislumbrado, por lo tanto, todo ese escenario o paradigma atravesado por una constante: la viralidad del espectáculo. Desde el modelo envuelto en llamas de Heliot Emil, hasta las siniestras quimeras de Collina Strada, los perros robot interactivos de Coperni o el concepto de crowdsurfing de Sunnei: la creatividad, la transformación y la experimentación colisionan ahora para convertirse en las máximas de Fashion Week.

LA MODA COMO ESPECTÁCULO

Todas esas marcas, la mayoría de ellas instaladas dentro de la fase emergente de la moda, necesitan suministrar y exponer ese tipo de giros o conceptos subversivos sobre el estrado de la pasarela. Y es que, a pesar de que éstas sigan diseñando colecciones completas, ahora la visión y el juicio colectivo se transforma: ya no se habla de sus prendas en sí, si no de la expectación generada en el show.

Ese aura de notoriedad que persiguen los diseñadores o directores creativos, o de veneración post-desfile, parece haberse establecido ya como la tendencia efímera del momento, que engloba todas las demás. Una corriente latente que ha seguido con maestría la marca AVAVAV, de Beate Karlsson.

La colección FW2023 de AVAVAV canalizó sobre la pasarela otra de sus ideas ingeniosas e iconoclastas con modelos que se paseaban o tropezaban de manera dramática por la pasarela mientras su ropa se desprendía, y se deshacía a tiempo real de sus cuerpos. Las camisas se rasgaban, los tacones se rompían o los pendientes se caían al suelo, evocando de manera subyacente conceptos como la deconstrucción del lujo y/o la superficialidad de la moda.

LA VISIÓN DE LAS MARCAS CONSOLIDADAS

Dentro de este nuevo enfoque, esa exploración de la viralidad parece tratarse de manera distinta por parte las marcas más consolidadas del sistema, que están adoptando la postura contraria. Firmas como Gucci, Balmain, Prada o Balenciaga ponen actualmente el foco en la construcción de las prendas, en la artesanía y en la materialidad. Pues ya cuentan con esa notoriedad pública o esa reputación, sin la necesidad aparente de idear o construir esas presentaciones de gran esfuerzo, o de sumergirse en esa corriente de lo viral.

De todo ello se deriva el debate de si realmente tiene sentido organizar desfiles de vastas sumas de dinero tan sólo por el hecho de exhibir una colección, cuando existen otras vías mucho más asequibles como los lookbooks u otras formas de presentación virtual. Al final, la moda en directo es un espectáculo que presenta un producto artístico elevado que debería estar potenciado por una historia o un mensaje que conecte con el público, y traspase a nivel emocional.

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