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¿Ha entrado la moda en la era del minimalismo?

Las últimas propuestas de otoño-invierno 23′ esclarecieron un nuevo paradigma o idilio de amor entre el minimalismo y la forma en la moda.

Las últimas propuestas de otoño-invierno 23′ esclarecieron un nuevo paradigma o idilio de amor entre el minimalismo y la forma en la moda. Actos radicales de reduccionismo centrados en la silueta y la armonía visual que subieron al estrado de la pasarela desde Gucci o Loewe hasta Saint Laurent o Rick Owens.

El maximalismo ya pareció diluirse en la colección post-Alessandro Michele de Gucci, abriendo la veda a una nueva tendencia estética centrada en las líneas esculpidas (y poco recargadas), así como en la neutralidad cromática. Ese nuevo deseo universal por la simplificación, que trasciende lo artístico para conectar con lo comercial, marca una nueva dirección ideológica y estilística para el futuro de la moda.

Jonathan Anderson precisamente experimentó con esos códigos y sistemas de valores reduccionistas en Loewe FW23, maximizando el significado y la emoción a través de un poderoso espectáculo basado en las formas escultóricas, mientras Anthony Vaccarello redefinía la vestimenta masculina en Saint Laurent. Una propuesta que destacó por su grandeza y/o gran belleza en la que exploró la fluidez, la monocronía y la sofisticación, abriendo una nueva dimensión para el lujo.

LA EXPLORACIÓN DE LA PERFECCIÓN FORMAL

Esa proliferación del minimalismo estético, inducido por un sentimiento colectivo de “cuando menos es más, pero de una nueva forma”, tal y como expresó JW Anderson, se trasladó asimismo a la colección de Domenico Dolce y Stefano Gabbana, quienes optaron por una sencillez inesperada y continuaron su labor de exploración y reelaboración de los archivos.

Ludovic De Saint Sernin exploró de igual forma esta narrativa desde su enfoque o lente Y2K en FW23, a través de una oda al sexo y al amor propio, entre brillos, plumas y transparencias mucho más comedidas que sus diseños previos, que coexistían con siluetas más sólidas o de sastrería pulidas en negro. Incluso en Prada, las prendas fueron clásicas, evocando la idea de una juventud de negocios moderna y minimalista en constante búsqueda de la perfección formal.

En cuanto a la colección de Dior diseñada por Kim Jones, rindió tributo al breve mandato de Yves Saint Laurent al frente de la casa, mediante siluetas fluidas y fáciles de llevar. Paralelamente, Yohji Yamamoto volvía a protagonizar un nuevo episodio enigmático y poético con formas poète desgarbadas y costumbristas embellecidas con brocados y lazos. Todo un imaginario de oscuridad, en el que, por supuesto, se adentró Rick Owens a través de su universo de sastrería y de siluetas victorianas bañadas en tonalidades sombrías.

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